A la entrada de El Salto se aprecian sus colonias con estructura de madera, por el intenso frío que se siente en época de invierno.
Se respira un aire de historia por ruinas y se armoniza con la naturaleza en bellos parajes de la Sierra.
Nuestra travesía esta vez la iniciamos en el centro arqueológico de La Ferrería, donde los chalchihuites sucesores de los atlantes dejaron testimonios de su grandeza astronómica y arquitectónica, para luego viajar a El Nayar, nicho del Señor de la Expiración y después dar un profundo aire de historia en Navacoyán, puerta de evangelización del Norte de América.
Varios siglos contemplan las ruinas que muestra esta edición de Andanzas por mi Pueblo y su belleza turística, como lo pintoresco de sus pueblos como Francisco I. Madero, antes conocido como estación San Gabriel, donde tuvo lugar la formación de los primeros ejidos; hoy tiene un efímero despertar modernizador con su bulevar de acceso y nuevas instalaciones en proceso.
Colonial.- Dejamos atrás la vieja ex hacienda de Navacoyán y después cruzar la carretera Durango-Gómez y en Yerbaniz desviarnos para tomar la rúa troncal a Peñón Blanco, poblado que se contempla con su montaña de granito de 2,200 metros de altura. En 1558 llega la misión franciscana y 41 años después se registra su fundación. Mucho tiene que mostrar a los visitantes este municipio, desde parajes turísticos hasta estructuras históricas.
Parajes.- Luego hacemos un recorrido por la carretera Durango-Mazatlán para internarnos en la Sierra de Pueblo Nuevo, específicamente a los parajes de Mil Diez, cuyo camino es pintoresco como su cascada de agua en las barrancas.
A un kilómetro antes de entrar a El Salto hacemos una desviación para apreciar los parajes de El Brillante, una belleza digna de admirar con su laguna y cabañas esperando a los turistas más exigentes.
Esperamos que este breve recorrido de Andanzas por mi Pueblo haya sido del gusto de nuestros amables lectores. Pueden escribir sus sugerencias a regional@elsiglodedurango.com.mx
