“Todas las crisis son oportunidades”.
Carlos Slim
Fue el año de la crisis, del derrumbe económico, de la primera gran recesión global desde la década de 1930. Fue el año del desplome de los mercados bursátiles y de la desaparición de billones de dólares en ahorros e inversiones a lo largo y ancho del mundo.
¿Qué falló? ¿Cuáles son las lecciones? ¿A quién podemos echarle la culpa que no seamos, por supuesto, nosotros mismos?
La enorme mayoría de los políticos -que para eso son políticos- han señalado que el pecado fue la alta de regulación. Hubo demasiado mercado libre, dicen, y demasiado poco Gobierno. Se necesitaba una mayor intervención de las autoridades para que los bancos no prestaran demasiado o para que los consumidores no contrataran demasiado crédito. De haber tenido más burócratas, y leyes más estrictas que protegieran a los consumidores y a los bancos de sus propias decisiones, entonces no habríamos tenido una crisis.
Fue el mercado el que falló, afirman. Necesitamos menos mercado para evitar crisis en el futuro. Hay que nacionalizar los bancos y tener un Gobierno más fuerte y más interventor en la economía y en la vida de los ciudadanos.
El problema es que los hechos no parecen cuadrar con esta explicación. Entre las instituciones financieras que fracasaron se contaron dos, Fannie Mae y Freddy Mac, que son y eran los dos bancos estatales más grandes del mundo. La función de estas instituciones es y era promover la contratación de hipotecas con el propósito de que todos los estadounidenses pudieran tener una casa propia sin tener que alquilarla independientemente de las condiciones del mercado.
La idea de que todo habitante de Estados Unidos debía ser dueño de una o muchas casas se reflejaba -y se refleja- también en la política fiscal. El Gobierno otorga una deducción fiscal especial a quienes compren una casa, pero sólo si lo hacen a crédito. En contraste, se cobra un impuesto al dinero que se ahorra o al que se invierte. No sorprende que en estas condiciones el ahorro de los estadounidenses haya llegado a niveles casi inexistentes, en tanto que el de los países en crecimiento, como en China, donde no existen estos incentivos fiscales perversos, se esté acercando a cifras del 40 por ciento del Producto Interno Bruto.
Otros problemas evidentes surgieron de un Gobierno conservador en el discurso, pero volcado en la práctica a impulsar las políticas más irresponsables del populismo. Estados Unidos ha incurrido en el mayor déficit de gasto público de la historia de la humanidad, el cual ha utilizado en buena medida para financiar una guerra originalmente innecesaria y sin posibilidad de triunfo, aun para la mayor potencia militar del mundo. El Gobierno de George W. Bush ha promovido también un enorme déficit de cuenta corriente, construido sobre la suposición de que los gobiernos de China, Japón, Corea del Sur, México y los demás países del mundo estarán siempre dispuestos a comprar dólares excedentes para sus reservas.
Por si esto no fuera poco la Reserva Federal, el banco central de los Estados Unidos, mantuvo y mantiene una política monetaria excesivamente laxa desde hace muchos años. Como tantos otros Estados populistas del pasado, los banqueros centrales están convencidos de que la prosperidad se puede crear simplemente inventando dinero que no tiene respaldo en la economía real. Las tasas de interés en la mayor economía del mundo se han mantenido desde hace años en niveles negativos, lo cual promueve el uso irresponsable del crédito y desmotiva el ahorro.
Sí, 2008 ha sido el año de la crisis. Desde los años treinta no habíamos visto un momento en que las economías de virtualmente todos los países desarrollados del mundo estuvieran entrando a una crisis económica al mismo tiempo. Por eso hay la certeza de que esta crisis terminará siendo una de las más severas de la historia.
Sin embargo, aun cuando la crisis es muy intensa, todos tenemos que estar conscientes de que no ha habido recesión o depresión en la historia económica reciente que no haya sido seguida de una recuperación. Debemos remontarnos al Medievo para encontrar un estancamiento económico que haya durado varias generaciones, el cual fue consecuencia de la prohibición del crédito por razones religiosas. Incluso la gran depresión de los años treinta duró apenas cuatro años. Así como hoy tenemos que estudiar el año 2008 para entender realmente las razones que llevaron a la economía mundial a un desplome, así debemos volver la vista hacia el futuro para estar preparados para la recuperación. Porque así como los políticos nunca han podido borrar las recesiones, así ha sido imposible también eliminar las recuperaciones económicas.
KEYNES Y GASTO PÚBLICO
John Maynard Keynes, el economista británico, nos enseñó que los países que tienen un mayor gasto deficitario registran un mayor crecimiento económico mientras que aquellos que tienen un superávit provocan un estancamiento en su economía. Sin embargo, Estados Unidos, que tiene el mayor déficit de presupuesto en la historia del mundo, está en recesión, mientras que China, con su perenne superávit fiscal, mantiene una vertiginosa tasa de crecimiento. Hay muchos factores que inciden en estas situaciones, por supuesto. Pero por lo pronto deberíamos ver con más escepticismo los dogmas de Keynes.
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