Fue a un costado de esta cabina desmantelada donde se colocaron las cuatro hieleras, cuyo contenido eran cabezas humanas. Agentes de la Policía Federal Preventiva acudieron al kilómetro seis de la carretera Druango-México, para apoyar en la vigilancia del lugar.
Había cartulinas con mensajes para el grupo criminal contrario, las víctimas no han sido identificadas y sus restos están bajo investigación en el Semefo.
Durango. En hieleras de unicel, cubiertas de sangre y con cartulinas con mensajes de advertencia a presuntos integrantes de la delincuencia organizada, aparecieron la mañana de ayer cuatro cabezas humanas en las afueras de la ciudad, por la carretera a México, poco antes de llegar al Puente Dalila.
Apenas se recibía la notificación de que el octavo cuerpo de los que resultaron muertos en la balacera del pasado martes ya había sido entregado a sus familiares, las corporaciones tuvieron una intensa actividad por hechos de sangre. A las 7:40 horas de ayer se recibió el reporte que indicaba el hallazgo de cuatro hieleras, en cuyo interior había restos humanos y portaban cartulinas con mensajes de los presuntos responsables.
Ubicación.
Las hieleras se encontraban al costado de la cabina de una camioneta que está totalmente desmantelada, la cual se ubica en un lote baldío al costado de una tienda de autoservicio en la carretera Durango-México, justo en el kilómetro seis, a la altura del entronque que comunica al poblado Cristóbal Colón.
Especulaciones.
De inmediato se dieron cita elementos de las diferentes corporaciones para acordonar la zona y realizar las indagatorias pertinentes. Dos hieleras se encontraban una sobre otra, las otras dos estaban a los costados; había también cartulinas que contenían algunas leyendas escritas con letra de molde en tinta negra.
Las especulaciones en ese momento, que se convirtieron en temor entre los agentes, giraban en torno a que en el interior se encontraran los restos de los agentes “levantados” el pasado 19 de mayo en la cabecera municipal de Guadalupe Victoria, de los cuales no se tienen mayores datos. Jesús Cabada López y José Serrano conocido como “La Perrita”, éste último con rango de comandante de la Dirección Estatal de Investigación (DEI), desaparecieron las primeras horas del domingo tras ser interceptados por un comando armado, dejando una camioneta con visibles huellas de haber sido atacada con armas de fuego.
Incertidumbre.
Las hieleras fueros trasladadas por elementos de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) a las instalaciones del Servicio Médico Forense, para tratar de identificar a los sujetos mediante pruebas de ADN. En tanto que las cajas de unicel fueron sometidas a análisis por medio de procesos químicos y científicos a fin de buscar huellas dactilares o evidencias que lleven a la posible identidad de las personas que las colocaron en ese lugar.
Investigaciones.
Las autoridades estatales y federales se enfocaron a realizar las indagatorias pertinentes. Sin embargo, el flujo de información para los medios de comunicación se vio limitado ya que el gobernador del estado, Ismael Hernández Deras, giró instrucciones para que cualquier dato fuera proporcionado única y directamente por la Secretaría General de Gobierno, a través de la Oficina de Comunicación.
Este departamento emitió un comunicado cerca de las 2:00 de la tarde en el que descartaba que las cabezas encontradas dentro de las hieleras correspondieran a los agentes desaparecidos de la DEI, Jesús Cabada López y José Serrano, manteniendo la identidad de las víctimas en calidad de desconocidas.
Mensajes.
Llamó la atención y extrañó la presencia de cartulinas que contenían mensajes escritos con tinta de color negro “en donde se leen intimidatorios o amenazantes enfocados a sujetos que, a nivel nacional, se les relaciona con (el) crimen organizado o narcotráfico, y que forman ahora parte de las mismas investigaciones”, indicaba el comunicado emitido por la Oficina de Prensa del Gobierno del Estado.
Ante estas pruebas se evidencia que los hechos de sangre que se siguen presentando se deben a la guerra encarnizada que están protagonizando los grupos antagónicos del crimen organizado. Tal como sucedió el martes 20 de mayo cuando un enfrentamiento a tiros dejó como saldo oficial una cifra de ocho muertos, 12 vehículos decomisados al igual que varias armas de fuego de grueso calibre. Pero sobre todo dejan el temor entre la ciudadanía, que es la que se encuentra en medio del fuego cruzado de los grupos criminales.
Hubo movimiento una noche antes
Llamada anónima. La noche del jueves se recibió una llamada anónima, al parecer de un automovilista, que se percató de la presencia de personas fuertemente armadas que se encontraban sobre la carretera Durango-México, precisamente en el tramo donde se localizaron ayer las hieleras con cabezas humanas. Más tarde se registró una intensa movilización policiaca en el lugar pero el reporte oficial indicaba que la vigilancia se debía a que se estaba pintando el asfalto de la carretera.
Decapitaciones, nuevo lenguaje del narco
México, D.F.- La decapitación de un policía en Acapulco en abril de 2006 marcó el inicio de un nuevo método de los narcotraficantes para enviarse mensajes. “Los Zetas”, ex sicarios de los carteles del Golfo, y “Los Pelones”, sus peligrosos rivales del cartel de Sinaloa, comenzaron literalmente a descabezarse. Ya no bastaba con abandonar los cuerpos de sus enemigos a los buitres o de los traidores con signos de tortura de la más variada, la violencia en la guerra de las drogas se había hecho más cruel y despiadada.
“Los Zetas”, “Los Pelones” y “La Familia”, entre otros grupos de asesinos a sueldo, establecieron un nuevo y sanguinario lenguaje con el que complementaron sus tradicionales y brutales fórmulas de comunicación: ejecuciones al amparo de la noche y de los caminos solitarios y apariciones de cadáveres con leyendas sobre traiciones.
Las decapitaciones son de lejos el lenguaje que más crispación y terror causa en la sociedad. Comenzaron a producirse hace dos años, sobre todo en Guerrero y Michoacán, y en su mayoría se atribuyen a sicarios de “Los Zetas” y de “La Familia”, que en un ataque contra un grupo rival decapitaron a cinco hombres y lanzaron sus cabezas dentro de una discoteca atestada de gente en la ciudad michoacana de Uruapan.