Durango

Aplican plan para abatir los males respiratorios

La consulta externa en el ISSSTE se mantiene al 30% y la hospitalización al 40%.

La falta de cuidado frente a las bajas temperaturas es causa principal de las infecciones respiratorias agudas, de su complicación y propagación que generan el 30 por ciento de la consulta externa y 40 por ciento de hospitalizaciones pediátricas en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).

La Subdelegación Médica, a través de Comunicación Social a cargo de Manuel de Jesús Freyre, informa que intensifica las acciones preventivas de Infecciones Respiratorias Agudas (IRA), con el fin de abatir al máximo la frecuencia y el grado de complicación de este tipo de enfermedades en la temporada de frío.

Frío.- El descenso de la temperatura y la persistencia de humedad en diversas regiones del país provocan que las infecciones se incrementen entre un 15 y un 20 por ciento, por lo que el funcionario delegacional solicitó especial atención para niños menores de cinco años y ancianos, que constituyen la población más vulnerable.

Este grupo de enfermedades representa el 30 por ciento de las causas de consulta externa y el 40 por ciento de hospitalización pediátrica, debido al fácil contagio mediante la saliva que se expulsa al hablar, estornudar o toser.

Fatal.- De hecho, en el 90 por ciento de los afectados las infecciones son provocadas por virus, lo que significa que son autolimitables, es decir que se curan solas en un promedio de 15 días sin necesidad de medicamentos.

No obstante, la falta de cuidados apropiados provoca su complicación con otros gérmenes; tan es así que las infecciones respiratorias agudas son la segunda causa de muerte infantil.

Por este motivo, el ISSSTE realiza una ardua labor de educación preventiva y de autocuidado es sus unidades médicas de todo el país, con el fin de evitar que estas infecciones se transformen en neumonías, así como controlar factores de riesgo que favorezcan su propagación.

Alimentación.- Las medidas de prevención para abatir su frecuencia comprenden alimentación con leche materna durante los primeros seis meses de vida de los bebés; mantener un buen estado nutricional de niños, adultos y ancianos; vacunar contra sarampión, tosferina, difteria e influenza; evitar fumar; protegerse de cambios bruscos de temperatura y corrientes de aire; mantener las habitaciones del hogar bien ventiladas; evitar en lo posible el hacinamiento, abrigarse adecuadamente cuando hace frío y no utilizar braseros ni fogones en habitaciones cerradas.

Prevención.- Cuando la enfermedad ya está presente se requiere incrementar sustancialmente el consumo de líquidos, frutas y verduras ricas en vitaminas A y C; no asistir a lugares muy concurridos; evitar el contacto con gases tóxicos como el que se produce en los fogones; mantenerse aislado, en la medida de lo posible, de otros miembros de la familia; utilizar pañuelos para cubrirse la boca al toser o estornudar; mantener limpias las fosas nasales; no ingerir medicamentos sin prescripción y en caso de que el cuadro se complique acudir al médico.

Los padecimientos agudos de vías respiratorias más frecuentes son la rinofaringitis y la faringoamigdalitis congestiva, ambas causadas por virus y que afectan a nivel de nariz y garganta; la faringoamigdalitis purulenta provocada por bacterias, que se acompaña de secreciones de pus por garganta; la otitis media, que afecta además de las zonas señaladas, a los tímpanos en los oídos, y la neumonía, originada por virus y complicada por bacterias.

Niños.- El 80 por ciento de las defunciones infantiles por infecciones respiratorias agudas se producen en los menores de un año y en la mayoría de los casos, con las medidas anteriormente expuestas, se podrían evitar, por lo que es importante detectar oportunamente el inicio de las complicaciones.

El primer signo de alarma es la respiración rápida, con una frecuencia de hasta 60 aspiraciones por minuto en menores de tres meses; hasta 50 en niños de hasta 11 meses y hasta 40 por minuto en menores de uno a cuatro años. Cuando un niño presenta estos síntomas se le debe llevar de inmediato al servicio médico.

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