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Apoyos que pesan

El comentario de hoy

Francisco Amparán

En Estados Unidos se acostumbra que personalidades reconocidas y medios de comunicación hagan público su apoyo al precandidato de su preferencia. Especialmente en el caso de periódicos y revistas, es una manera de decir “sobre aviso no hay engaño”, y que habrá una cobertura editorial hasta cierto punto sesgada. Así, el New York Times decidió hace unos días darle su apoyo a Hillary Rodham Clinton por los demócratas, y a John McCain por los republicanos. Desde el punto de vista de un panel de editorialistas del venerable diario, esos dos son los mejores precandidatos a la vista.

Pero, como decíamos, lo mismo hacen personajes famosos, que de alguna manera pueden tener peso en la opinión pública. Y a veces esos apoyos cuentan más que los expresados por los medios. Sobre todo, cuando se trata de alguien con larga trayectoria y respetado por tirios y troyanos.

En el Partido Demócrata es difícil encontrar a alguien con más peso y tradición que el senador Edward Kennedy. Ya va para cinco décadas en el Senado, ocupando el escaño que antes llenara su hermano mayor, el malogrado John. Pero Ted Kennedy no se ha limitado a calentar el asiento: a lo largo de tantos años ha sido puntal de algunos de los trabajos legislativos más trascendentes que hayan salido del Congreso norteamericano. Sus colegas lo tratan con respeto reverencial. Una mayoría de los demócratas lo considera algo así como un patriarca, un veterano estadista, cuya opinión es digna de ser muy tomada en cuenta por su larga trayectoria.

Por ello resulta importante que este legendario miembro del clan político mejor conocido del Partido Demócrata, le haya dado su respaldo (y de manera bastante elocuente) al precandidato Barack Obama. Para el senador negro por Illinois, ese espaldarazo cuenta mucho. No sólo por el peso específico de Ted Kennedy, que señalábamos antes; sino porque ciertos sectores siguen siendo devotos seguidores de esa tan salada familia. Y esos sectores (entre los que se cuenta los hispanos y los sindicalistas) pueden decidir algunas elecciones primarias clave.

Kennedy no sólo le dio su apoyo explícito a Obama: aprovechó para echarle unas cuantas puyas a su principal rival, la señora Rodham Clinton. Algunos se preguntan si la decisión del veterano senador tiene que ver con añejas rencillas con los Clinton.

El caso es que un árbitro fundamental dentro del Partido Demócrata, y miembro de la aristocracia política más rancia de los Estados Unidos, decidió apoyar a quien se promociona como el candidato del cambio. Lo interesante es que su hermano John enarboló la misma bandera hace 48 años… y, contra todos los pronósticos, ganó.

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