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Apreciación pasajera del peso

SALVADOR KALIFA

La responsabilidad de Banco de México (Banxico), de acuerdo a su mandato, es alcanzar y mantener la estabilidad de precios. Tomó algún tiempo, pero finalmente las presiones inflacionarias crecientes convencieron a su Junta de Gobierno de que, para contenerlas y evitar una desalineación de las expectativas de inflación, había necesidad de elevar las tasas de interés.

Es así como en las reuniones de los meses de junio y julio, nuestras autoridades monetarias decidieron aumentar las tasas de interés en un cuarto de punto porcentual, situando la tasa de referencia en 8 por ciento.

Es temprano para concluir que esas alzas serán suficientes para revertir la tendencia alcista de precios y hacer converger la inflación hacia la meta del 3 por ciento, que data desde 2003 pero que ahora quizá tenga que posponerse hasta el 2010.

Es por ello que no podemos descartar la posibilidad de nuevos aumentos en las tasas de interés en lo que resta del año, particularmente en la reunión correspondiente al mes de agosto.

El incremento de las tasas de interés en México, si bien tiene como objetivo contener las presiones inflacionarias, también propicia una ampliación importante en la brecha de rendimientos financieros que existe entre los instrumentos de deuda en México y en Estados Unidos.

En la actualidad esa brecha se ubica en 6 puntos porcentuales, que para muchos inversionistas internacionales es lo suficientemente atractiva para invertir sus recursos en pesos.

Esto explica, en gran medida, la apreciación de nuestra moneda en fechas recientes, dado que el saldo de capital externo invertido en bonos del gobierno federal se acerca ya a la cifra de 30 mil millones de dólares (mmd), cuando apenas hace algunos años, para ser precisos, al cierre del 2002, ascendía tan sólo a 1.4 mmd.

La apreciación del peso es, por tanto, un resultado no deseado, pero inevitable, de una política monetaria restrictiva, que al elevar y mantener altas las tasas de interés, sin duda contribuye a fortalecer el peso en un régimen de flotación.

La política monetaria restrictiva sólo es, sin embargo, uno de los factores que fortalece al peso. Las entradas y salidas de capital que responden al nivel de las tasas de interés, también reaccionan por la dinámica de nuestras exportaciones, los altos precios del petróleo y, recientemente, la buena imagen que tienen los inversionistas del manejo financiero de nuestro país.

Por consiguiente, las exportaciones de petróleo y un flujo creciente de capitales (por el diferencial de las tasas de interés) hacia nuestros mercados financieros, en particular los valores gubernamentales de mediano y largo plazo, han aumentado considerablemente la oferta de dólares y propiciado la apreciación reciente del peso.

Esta situación, sin embargo, no es permanente. Durará mientras estén presentes los factores que la propiciaron, pero el peso se debilitará tan pronto como esos factores cambien de tendencia.

Mientras tanto, la Comisión de Cambios se puso nerviosa por la apreciación del peso y decidió que Banxico suspendiera la venta diaria de dólares a partir de este viernes, pero ello difícilmente se traducirá en una depreciación significativa de nuestra moneda.

Para que eso ocurra será necesario esperar a la reacción de los inversionistas ante un alza de las tasas de interés en EU.

Los mercados financieros prevén un alza de tasas este año, pero la esperan más para los meses de septiembre y octubre, según se aprecia en el contrato a futuro de la tasa de fondos federales que cotiza en el Chicago Board of Trade.

Este indicador asigna una probabilidad superior al 90 por ciento a que no hay cambio en el nivel de las tasas en la reunión del 5 de agosto, mientras que se reduce al 50 por ciento para septiembre y al 14 por ciento para el mes de octubre.

No obstante, el alza de tasas bien puede venir antes de lo que esperan los mercados. En diversas ocasiones la Reserva Federal (Fed) ha advertido que, una vez superado lo peor de la crisis financiera estadounidense, puede elevar las tasas de interés con la misma velocidad con la que las disminuyó.

Esta advertencia cobra una dimensión especial en estos momentos, cuando las presiones inflacionarias son lo suficientemente severas como para que los miembros de la Fed reconsideren la dirección de su política monetaria.

Por ejemplo, el presidente de la Reserva Federal de Filadelfia Charles Plosser, advirtió el martes 22 de julio que un alza de tasas es inevitable a corto plazo para enfrentar las crecientes presiones inflacionarias.

Señaló que “La inflación ya es demasiado elevada y no corresponde con nuestro objetivo de estabilidad de precios”. Comentó, además, que el momento en que se elevarán las tasas “dependerá de la manera en que evolucione la economía, pero preveo que (el alza de tasas) comenzará más bien rápidamente”.

Habrá, por tanto, que estar muy atentos a la reunión del próximo 5 de agosto cuando, contrario a la expectativa de los mercados, pudiera darse el primer incremento de las tasas de interés estadounidenses.

Lo relevante para nosotros, sin embargo, es que cuando esto suceda, sea en agosto o en el otoño, algunos de los capitales externos que han buscado otros horizontes, podrían comenzar a emigrar nuevamente hacia EU. En ese entonces podremos aquilatar la fortaleza verdadera de nuestra moneda.

Considero que no hay cambio en los aspectos fundamentales de nuestra economía que avalen el vigor actual del peso. En dicho contexto, espero que la apreciación del peso sea pasajera y que se deprecie cuando suban las tasas en EU, así como que lo continúe haciendo en la medida que se reduzca el diferencial con las tasas de interés en México.

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