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Aprovechando el viaje…

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

Cuando los mafiosos del Comité Olímpico Internacional le concedieron la sede de la Olimpiada de Verano de este año a Beijing, sabían que se estaban jugando un albur. Por un lado, le estaban dando un gusto enorme al Gobierno comunista chino, que tenía años y años deseando esa designación: para ellos, el ser sede de la Olimpiada constituía un espaldarazo internacional, y el reconocimiento de que la China post-Mao había alcanzado la mayoría de edad y el respeto universal que ello trae consigo; por no decir nada de la popularidad que el régimen alcanzó entre su pueblo, orgullosísimo de haber obtenido esa acta de acceso a la modernidad.

Pero por otro lado, era evidente que se le confería tal honor a un Gobierno autoritario, conocido por lo facilita que tiene la mano en cuanto al empleo de la pena capital y famoso por sus violaciones a los derechos de minorías étnicas, como los tibetanos, o ideológicas, como los seguidores del Falún Gong. Por primera vez desde las Olimpiadas de Berlín en 1936, que resultó un escaparate para el nazismo, esa fiesta se va a celebrar en un país que difícilmente podría llamarse democrático. Sí, eso incluye al México ‘68 de Díaz Ordaz.

Las protestas en el Tíbet de hace unos meses demostraron que, como suele ocurrir, los Juegos Olímpicos pueden ser un arma de dos filos. Por un lado, el régimen proyecta al mundo su mejor cara; pero por otro, los descontentos tienen una magnífica caja de resonancia para que ese mismo mundo conozca agravios, trapacerías y maldades del Gobierno. Las protestas tibetanas, en otro año, quizá hubieran aparecido en las últimas páginas de los periódicos, en los últimos minutos de los noticiarios. En 2008 fueron noticia muy destacada.

Pero no por nada el de Beijing es uno de los regímenes autoritarios más longevos: le saben sacar provecho hasta a lo negativo. Y ahora los comunistas están aprovechando las Olimpiadas para hacer limpia y barrida de desafectos.

La semana pasada el Gobierno chino anunció la detención de varias docenas de “terroristas islámicos” que iban a realizar atentados durante los Juegos. Estos supuestos terroristas pertenecen a la etnia uigur, que habita la remota provincia de Xinjiang. Este territorio, del tamaño de tres cuartos de México, tiene una población de unos 20 millones de personas, la mayoría de religión musulmana… y que detestan desde hace siglos el dominio chino.

Eso de que grupos uigures se estuvieran organizando para poner bombas en los estadios suena, la verdad, a cuento chino. Lo más probable es que el régimen comunista haya puesto al terrorismo antiolímpico como pretexto para apretar tuercas y reprimir a una minoría que pocos conocen. Y que, por tanto, pocos defienden. Como se ve, los Juegos también pueden funcionar como cortina de humo.

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