Apuntala Ejército su ‘fuerza canina’
Confía la Sedena en aptitudes de animales para la detección de estupefacientes.
El Ejército cuenta con 650 canes adiestrados para la detección de drogas y explosivos y la Oficialía Mayor prevé que para 2009 cuente con 750 canes de campo.
Son entrenados en el Campo Militar número 37, ubicado en San Miguel de los Jagüeyes, en el Estado de México.
En este lugar se encuentra también el Centro de Producción Canina de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Su capacidad de producción es de 240 canes al año.
Actualmente, en este campo militar se entrenan 185 ejemplares de las razas Pastor Belga Malinés, Pastor Alemán y Rottwailer.
En los últimos años, el Ejército ha incrementado de manera acelerada el número de perros para el combate a la delincuencia organizada.
Desde su nacimiento, los perros son capacitados para soportar alturas, posiciones incómodas y su acercamiento con el ser humano. Al año y medio comienzan su adiestramiento contra el narcotráfico o el crimen organizado.
Los canes son entrenados para distintas capacidades y destrezas para los trabajos de guardia y protección; búsqueda y rescate; búsqueda y detección de enervantes; búsqueda y detección de explosivos; y rastreo.
Los 650 canes con los que cuenta actualmente el Ejército, se encuentran desplegados en las doce Regiones Militares y se emplean para el apoyo de las revisiones que efectúan las tropas en carreteras, Aeropuertos y centrales camioneras.
A los primeros días de su adiestramiento, perros como El Gabacho, El Ébano y El Febril, expertos en localizar narcóticos y explosivos, son sensibilizados de su olfato para detectar heroína, cocaína, pseudoefedrina y marihuana; así como pólvora, armas de fuego, minas y dinero.
No importa que esos objetos estén ocultos en maletas, comida, cajas de cartón, llantas o en ropa.
El programa de capacitación está a cargo del teniente coronel Armando Ramírez, jefe del Adiestramiento Canino de la Tercera Brigada de Policía Militar, quien sólo entrega un ejemplar entrenado a un militar que debe poseer un perfil de paciencia y cariño a los perros.
El efectivo que asuma esa responsabilidad, dice Ramírez, un Rottweiler, un Pastor Belga o un Pastor Alemán, será su compañero durante la mayor parte de su carrera como militar.
A los cachorros, a los tres meses de nacidos, se les incrusta un microchip del tamaño de un arroz en el músculo trapecio. Será su identificación para toda su vida. Es una clave de números y letras que establece su fecha de nacimiento, su genealogía y su nombre.
La producción, manutención, atención médica y adiestramiento del can, desde el nacimiento hasta los 18 meses, cuesta unos 16 mil pesos.
Consienten a sementales
Ellos no detectan droga, pero son más respetados. Son los padres de varias generaciones de perros Policía. Se trata de “Educado”, “Heraldo” y “News”. Sementales de entre siete y 11 años. El primero un Rottwailer y los otros Pastor Belga.
Los hijos de éstos, que suman más de 80, son los mejores detectores de droga y explosivos en el Ejército, de acuerdo con los militares encargados de su adiestramiento. “Son sementales, se dedican a producir sólo buenos perros y éstos son de los mejores”, dice el mayor Felipe Durán, veterinario militar. Son alimentados y consentidos por los militares. Todos sus caprichos se cumplen. Los peinan, los alimentan y los pasean.
También hay perras consentidas. Por ejemplo “Guapa”, una Pastor Belga que es capaz de dar a luz tres veces al año, es la mejor. En su vida, una perra como “Guapa” puede dar a luz unas 8 veces. En promedio, la raza Pastor Belga tiene entre 7 y 8 crías en cada estación.
Es decir, que cada perra, puede tener hasta 64 cachorros en su vida productiva. “Antes sólo entregábamos a los cachorros a los adiestradores y ya, ahora se nos requiere que los entreguemos con avances en su proceso de relación con el humano, que no tenga malformaciones, ahora se busca la consanguinidad”, dice el jefe del centro de producción, el mayor Arturo Chávez, jefe del centro de Producción.
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