Lo más positivo de la jornada electoral fue el triunfo de Barack Obama por amplio margen que evita sospechas de fraude como ocurrió en las dos elecciones de George W. Bush y que otorga al ganador una amplia legitimidad.
Al mismo tiempo la aplastante victoria demócrata en el Congreso permitirá a Obama gobernar con mayor confianza y sin la rispidez de un Poder Legislativo adverso.
Lo más preocupante para el virtual presidente electo de los Estados Unidos será enfrentar a la peor crisis económica de los últimos setenta años y de ahí que nadie puede asegurar que podrá resolverla en un corto o mediano plazo.
Ayer escuchamos a un experto mencionar que la recesión norteamericana durará de tres a cinco años y que para superarla será clave el comportamiento de otras economías como la asiática y la europea, también sacudidas por la crisis estadounidense.
Algunos analistas comparan el triunfo de Barack Obama con el de William Clinton, inclusive porque ambos habrán sucedido en el poder a un George Bush.
Pero la verdad es que las circunstancias son muy distintas y por ello será muy difícil que se repita la exitosa historia del régimen Clinton, al menos en un primer periodo.
Bill Clinton asumió el poder cuando Estados Unidos acababa de superar la recesión y se encaminaba a un extenso periodo de crecimiento y estabilidad.
En aquel 1993 no había una guerra como la de Irak ni una economía mundial tan convulsionada, tampoco las amenazas del terrorismo que existen hoy en día.
Clinton llegó a la Casa Blanca luego de gobernar el estado de Arkansas acompañado de una mujer abogada que se convertiría en su brazo derecho y principal consejera.
Pero el gobernante sureño no tenía la menor idea del poder de la burocracia de Washington que al principio despreció, pero que terminó por complacerla y seducirla.
Obama, en cambio, llegará al poder con amplio conocimiento de las estructuras de Washington luego de ser senador por varios años, pero en el inicio de una recesión y en medio de una guerra de cinco años que ha desgastado y dividido a la Unión Americana.
Las esperanzas y optimismo despertados por Obama son tan grandes como los retos y exigencias que habrá de enfrentar.
En parte nos recuerda el caso del mexicano Vicente Fox, quien prometió tantos cambios que a la vuelta de los años acabó agobiado por las críticas de una población decepcionada por la incapacidad del gobernante por concretar los cambios.
Obama no es tampoco un político experimentado, vaya, ni siquiera sabemos si tendrá la habilidad para atender con prontitud y efectividad los asuntos urgentes del país.
Será un mandatario carismático y de arrastre popular que seguramente iniciará los cambios prometidos, pero que dependerá de las circunstancias y –muy importante— de su equipo de trabajo para cumplir con sus planes de trabajo.
Desde el inicio de su Gobierno el 20 de enero de 2009 será clave conocer la composición de su staff de colaboradores, por lo pronto ya se mencionan a varios del equipo de Clinton como el hispano Bill Richardson y al congresista Rahm Emanuel, además de otros ligados a Gobierno republicanos como Colin Powell, quien fue secretario de Estado del actual presidente Bush.
En suma la tarea ardua, compleja y meticulosa del futuro presidente del país más poderoso del mundo apenas comienza. Pronto sabremos si Barack Obama será en serio el líder que Estados Unidos y el mundo necesitan en momentos tan difíciles.
AL MARGEN
Muy lamentable la muerte de Juan Camilo Mouriño junto a otros funcionarios federales. Lo más inquietante son las circunstancias del percance aéreo porque a cualquier mexicano le puede fallar el avión, el automóvil o la motocicleta, pero no a un secretario de Gobernación.
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