La película será estrenada hoy en las salas de cine. (Archivo)
Hay muchos motivos para celebrar este viernes el estreno de Arráncame la Vida: el primero es que la adaptación que hizo Roberto Sneider sobre la novela de Ángeles Mastretta resulta muy afortunada al respetar la esencia de la novela, es decir el humor, el erotismo y esa singular visión que ofrece de un México pos revolucionario. Esto visto a través del singular personaje del general Andrés Asencio, que utilizó el crimen, autoritarismo, fraude y corrupción para ocupar un lugar en la política.
Otro punto a festejar en Arráncame la Vida es que además de ser la película más cara en la historia del cine nacional, con 65 millones de pesos de inversión, también es la que llega a la cartelera con más copias para un producto nacional.
Arráncame la Vida vale peso a peso su inversión, porque también es la constatación que el cine nacional está preparado para hacer productos monumentales en donde el pasado se reconstruye hábil e inteligentemente, donde la fotografía del español Javier Aguirre Sarobe elude la nostalgia, ni pretende emular al cine de antaño y más bien apuesta por la fuerza de la imagen, con un buen manejo de luz, que le da la actualidad e impacto.
Pero ante todo, también este filme es como el trabajo de relojero, es decir minucioso milimétrico, basado más en el detalle de la acción, la mirada oportuna, los diálogos efectivos y las interpretaciones sobresalientes.
Hay que reconocer en Roberto Sneider, quien ya había experimentado adaptar al cine una novela como fue en 1985, Dos Crímenes -de Jorge Ibargüengoitia-, su gran habilidad para manejar actores y mezclar la experiencia de los viejos con los jóvenes histriones.
Por ello aquí vemos a un Daniel Giménez Cacho espléndido como el coronel Andrés Asencio y a Ana Claudia Talancón como Catalina, esa joven poblana que es seducida por el amor de este militar y durante los siguientes 15 años se transformará en una mujer apasionada, y que pese a todo se logró imponer ante los convencionalismos sociales de la época.
De hecho la película abarca el periodo de 1930 a 1945, una etapa clave en la historia política del país, pero Roberto Sneider aclara que su filme “no celebra el machismo, porque finalmente acaba repudiándolo”, sin embargo la figura de Andrés Asencio es vital y seduce a la gente.
“Mi interés estaba en mostrar la presencia seductora de un ser, pero también su reverso. No es un filme político, pero sí hace varios cuestionamientos, porque la novela misma se cuestiona temas como el abuso del poder”, dice el director.
La escritora Angeles Mastretta, quien escribió Arráncame la Vida en 1985, considera que cuando entrega el libro “ya no es de uno”, es de la gente, y aunque en un principio decidió que no iba a participar en el paso de la novela al cine, “acabé bien metida y no me arrepiento”.
Ana Claudia Talancón reconoce que es el mejor personaje de su carrera, y aunque su vida profesional en el cine de hoy la tiene con un paso en México y otro en Hollywood, ella se siente reconfortada de haber participado en un proyecto como éste.
“Porque los retos que teníamos eran, además de hacer personajes creíbles, también pasarla bien y disfrutarlo. Creo que el paso del tiempo quedó muy bien y se cuidó mucho la transición, tras considerar que esta historia no es machista, es más bien una cinta de humor inteligente que refleja cómo ha avanzado la mujer”.
Para Daniel Giménez Cacho, quien se inspiró en un general de San Luis Potosí para dar vida a Andrés Asencio, considera que la cinta es un profunda reflexión sobre cómo se sustentaron las bases de las instituciones y qué sobrevive de ello, pero ante todo es una historia de amor y el uso del poder.
