Horacio Acuña añora los tiempos en los que taxistas y autobuseros podían llevar bates de beisbol y otros instrumentos escondidos en sus vehículos para defenderse de los delincuentes en Panamá.
“Pero ahora no nos permiten portar ningún equipo, armas u objetos punzocortantes y estamos con las manos limpias y expuestos a los ladrones”, advirtió Acuña, chofer panameño y presidente de la Cooperativa de Transporte San Cristóbal de Chepo de Panamá.
Con su larga experiencia de 23 años al frente de un volante en los servicios públicos panameños, Acuña sabe que, ya sea de noche o a plena luz del día, conducir un taxi o un autobús por las atiborradas vías centroamericanas es ser portador de una pena de muerte no escrita, pero dictada por pandillas juveniles, sicarios, asaltantes y demás delincuentes en la zona.
“Da miedo, porque estamos viviendo en el terror e inseguridad completa y las autoridades no hacen nada y ni se atreven a ingresar a algunas zonas. Hay un caos”, dijo Acuña. Sin defensa, “somos víctimas de los atracos”, acusó.
El miedo de Acuña, sustentado por 14 colegas suyos asesinados sólo este año, cunde en el resto del istmo, donde las “maras” o pandillas juveniles que azotan en especial a Guatemala, Honduras y El Salvador extorsionan a diario a choferes o pilotos.
“Los pandilleros son los peones. Detrás de la ola de violencia contra pilotos y ayudantes están las fuerzas oscuras del crimen organizado”, aseguró Óscar Albisúrez, presidente de la Gremial de Transporte Extraurbano de Pasajeros de Guatemala.
Aunque los extraurbanos intentaron negarse a pagar extorsiones, finalmente cedieron por las amenazas de muerte. En declaraciones y sin sumar a los vehículos del servicio urbano, Albisúrez calculó que las extorsiones sobre 5 mil autobuses de 25 empresas de rutas interdepartamentales ascienden a 130 mil dólares por semana, a un promedio de unos 27 dólares semanales por unidad.
Guatemala, con más de 6 mil homicidios al año, acumula 89 asesinatos de choferes y ayudantes “sólo en el servicio extra urbano en 2008”, precisó.
“Hay mucha deserción y mucho miedo”, narró Luis Gómez, presidente de la Asociación de Empresas de Transporte Urbano de Guatemala, al revelar que 35 choferes y ayudantes han sido asesinados este año sólo en la capital guatemalteca. “Pagamos un promedio diario de 6 o 7 dólares de extorsión por cada uno de los 2 mil 926 autobuses privados que hay en la capital. No sabemos quién está detrás de todo esto. Es delicado”, adujo el dirigente Gómez.
A diferencia de Panamá, los choferes de taxis y autobuses en Guatemala sí han enfrentado a sus atacantes. Por eso, hasta hay un caso en el que un piloto que asesinó a un asaltante fue declarado inocente hace varios meses, al alegar que actuó en defensa propia.