Señalan que 30 socios del CCE en Durango han recibido llamadas telefónicas de personas que aseguran tener a un familiar secuestrado.
El teléfono suena y al contestar al otro lado del auricular se escucha la voz llorosa de una jovencita. Pide a la recepcionista que la comunique con su papá, el gerente del negocio. Lo cita por nombre y apellido por lo que rápidamente la muchacha localiza a su jefe.
En cuanto el hombre contesta, oye los gritos de la joven pidiéndole ayuda, diciéndole que la tienen secuestrada. Aunque se siente asustado, él trata de conservar la calma y detecta que en realidad la muchacha parece ser más grande que su hija y cuelga sin dar cabida a que le diga más cosas.
Llama a su esposa y certifica que todo está en orden, pero por lo pronto su día ha quedado marcado por un mal rato, difícil de olvidar.
La anterior escena se hace cada vez más recurrente. Pareciera que los extorsionistas mejoran las técnicas para hacer que sus víctimas les crean. Identifican sus datos personales y para darle mayor realismo hacen que sus cómplices finjan ser los raptados.
SE REPITEN HISTORIAS
Lo mismo empresarios reconocidos que trabajadores o amas de casa. Las historias se repiten. Las llamadas de gente que asegura tener a algún familiar raptado se presentan sin distingo de clases sociales. Hay quienes por el miedo y ante la imposibilidad de comunicarse con la persona que supuestamente está privada de su libertad, les dan el dinero que le solicitan.
En conocido hotel de la ciudad en los últimos días se sabe de al menos tres casos de extorsiones telefónicas, que abarcaron al dueño, al gerente y a un trabajador. Pero lo mismo se escucha en la Central de Abastos y negocios del Centro Histórico.
Héctor Alfonso Diez Rubio, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), indica que en el gremio que encabeza al menos hay 30 casos de extorsiones telefónicas y en algunas ocasiones sí cedieron ante los delincuentes.
“Nosotros hemos estado en contacto con cada uno de los procuradores para darles la información de los socios que han sido víctimas. Les marcan y les dicen que ya saben dónde estudian sus hijos. Lo recomendable es no hacer caso y colgar inmediatamente”, dice.
El dirigente empresarial cavila que los extorsionadores hacen varias llamadas para sacar la información y cuando tienen recabados los datos proceden a amenazar, puesto que dan mayores sustentos.
En lo que compete al dinero que les piden, apunta que las cantidades varían y hasta se dan el lujo de “ajustarse” a la capacidad económica de su víctima.