Los tratamientos de estimulación y terapias de lenguaje brindan una mejor calidad de vida a los autistas. (Archivo)
Los padres y pediatras son los vigías de la salud de los recién nacidos, que pueden ser víctimas de este mal que cambia la existencia
La detección temprana del autismo marca la diferencia, ya que el auxilio de especialistas es capaz de poner a las víctimas de esta misteriosa enfermedad en la ruta hacia una vida normal. Los médicos dicen que es un trastorno del desarrollo y las estadísticas indican que hay un autista por cada mil personas.
Se sabe que, con unas cuantas excepciones, el mal es congénito, se nace con él. En el terreno de la ciencia aún no se precisa el origen del síndrome.
Los primeros meses de vida son claves para detectar el autismo. El neurólogo Rubén García Ramírez dice que cuando un niño menor de dos años no crea un vínculo emocional con familiares, ni tiene contacto visual cuando se le habla, “es posible que esté en riesgo de sufrir esta enfermedad”.
Explica que el padecimiento se manifiesta entre los 18 meses y 3 años. “Los primeros síntomas: el niño pierde el habla, no ve a los ojos, pareciese que fuese sordo, tiene obsesión por los objetos o muestra total desinterés en las relaciones sociales con los demás. En algunas ocasiones puede llegar a confundirse con esquizofrenia infantil”.
García Ramírez, jefe del Servicio de Neurología del Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS, indica que cuando se detecta el mal, el diagnóstico debe ser realizado por médicos pediatras, siquiatras infantiles, sicólogos y neurólogos.
Los tratamientos de estimulación y terapias de lenguaje brindan una mejor calidad de vida a los autistas.
Estos métodos les permiten integrarse paulatinamente a la sociedad y, sobre todo, aprender a controlar sus conductas de impulsividad, aislamiento, agresividad o retraimiento, puntualiza.
Escenas de la vida
El experto dice que hay estudios genéticos que relacionan a los cromosomas 5 y 15 con el autismo y otros que buscan vincularlo con cuestiones biológicas como vacunas e intoxicación de metales. Pero, precisa: “A la fecha, ninguno de estos estudios ha logrado sustentar su teoría y, por lo mismo, no se puede precisar el origen mismo del síndrome”.
Insiste en que un diagnóstico temprano y oportuno de la enfermedad inicia con el médico pediatra que, al conocer al niño desde recién nacido, será quien identifique el padecimiento.
De acuerdo con el neurólogo García Ramírez, si los padres de familia notan alguno de estos síntomas, no deben perder tiempo y deben acudir ante el médico, ya que de diagnosticarse y dar tratamiento al pequeño antes del año de vida le ofrece mejores perspectivas que cuando es detectado en etapa preescolar o escolar.
Los pacientes deben recibir rehabilitación o un tratamiento de estimulación y rehabilitación, con técnicas para desarrollar la habilidad lingüística y comunicación no verbal.
