Muchos son los cubanos que laboran sin permiso en la economía subterránea de un país donde la mayor parte de la gente necesita de un segundo trabajo para cubrir sus necesidades. (AP)
El Gobierno controla más del 90% de la economía de la isla. Pero en su calidad de presidente interino, Raúl Castro, ha abierto la posibilidad de que haya pequeñas manifestaciones de Iniciativa Privada.
Su local está lleno de clientes y siguen entrando más, con collares de oro rotos y aretes retorcidos. Juan Bautista González sabe que nuevamente no tendrá tiempo de almorzar.
“Si alguien viene con un trabajo, lo hago. No importa la hora”, dijo González, quien dejó su empleo como mecánico del Gobierno hace cuatro años y ahora tiene ingresos superiores al arreglar las joyas de sus vecinos por 30 pesos (1.25 dólares) por trabajo. “Trabajo más y gano más”.
González es uno de unos 150 mil cubanos, un 3% de la fuerza laboral, que cuenta con una licencia para trabajar por cuenta propia.
El Gobierno controla más del 90% de la economía de Cuba. Pero en su calidad de presidente interino, Raúl Castro ha abierto la posibilidad de que haya pequeñas manifestaciones de Iniciativa Privada.
Ahora, con la renuncia de Fidel Castro, muchos cubanos esperan que disminuyan más todavía los controles sobre ese sector.
Pero para comprender los retos económicos que enfrenta Raúl Castro, quien con seguridad será nombrado presidente mañana, uno tiene que considerar los niveles de control oficial en Cuba sobre la empresa privada mediante la concesión de licencias, impuestos y aparatos de vigilancia, sin mencionar un oneroso proceso de aprobación de solicitudes.
El ser empleado por cuenta propia en Cuba requiere mucha paciencia.
“Hay meses buenos y malos”, comentó González, de 54 años, al tomar un par de pinzas de una maltratada mesa de trabajo para enderezar un anillo de plata.
Se les llama “cuentapropistas” y son reparadores de neumáticos, conductores de taxis y personas dedicadas a diversas profesiones que cuentan con una licencia del Ministerio del Trabajo y deben pagar mensualmente un impuesto de 500 pesos (19.20 dólares), lo cual supera levemente el salario estatal promedio.
Ese sector incluye a dueños de restaurantes familiares pequeños, músicos, artistas y pequeños granjeros que pueden vender más que lo permitido por las autoridades.
Muchos más cubanos laboran sin permiso en la economía subterránea de un país donde la mayor parte de la gente necesita de un segundo trabajo para cubrir sus necesidades.
Raúl Castro criticó la ineficiencia gubernamental y promovió el debate sobre el futuro económico de Cuba. Muchos consideran ahora que debería abrir los sectores agrícola, comercial y de servicios a empresarios o cooperativas, aunque se espera que haga poco por privatizar sectores de gran importancia, como la energía, los servicios, el azúcar o la minería.
“Él es el hombre del cambio. Si alguien tiene experiencia con ello, es él”, dijo Óscar Espinosa Chepe, economista convertido en un disidente.
Otros no están tan convencidos al respecto.
Ronaldo, un zapatero que recibe un salario mensual de 600 pesos (23 dólares), puede quedarse con el dinero que gana más allá de su cuota oficial, en otra variable del limitado programa de Iniciativa Privada de la isla. Sin embargo, paga 20 pesos diarios (80 centavos de dólar) por la renta de su pequeño taller, bajo las escaleras de un viejo edificio de departamentos de La Habana.
“Nada va a cambiar”, manifestó Ronaldo, quien no quiso dar su apellido.
Cuba ya ha sometido su economía a un proceso de liberalización. Cuando cayó el bloque soviético, llevándose los subsidios que llegaron a representar la cuarta parte del Producto Interno Bruto de la isla, el Gobierno toleró ciertas formas de Iniciativa Privada. Reabrió los mercados de venta directa de los cultivadores y fomentó el turismo y la inversión extranjeros.
Como ministro de la Defensa, Raúl Castro estuvo a la cabeza de esa reforma. Sus soldados manejaron granjas y sus oficiales quedaron a cargo de empresas en las áreas de electrónica, industria tabacalera y turismo.
Desde el inicio de la Revolución Cubana en 1959, “Raúl Castro ha sido el que organizó al país y es el que salvó la economía al inicio de los noventa”, dijo Espinosa Chepe.
El número de cubanos que trabajan por cuenta propia se incrementó a casi 210 mil en enero de 1996, creando nuevas divisiones en la sociedad cubana y profundos resentimientos entre aquellos que se quedaron con sus salarios de Gobierno.
Fidel Castro terminó por denunciar una “nueva clase de ricos” y anuló algunas reformas. Un decreto de 2004 prohibió la emisión de nuevas licencias para 40 formas de negocio propio, entre ellas reparación de carrocerías, masajistas, picapedreros y payasos para fiestas infantiles, lo cual redujo la cifra a las 118 profesiones toleradas en la actualidad.