“No tener desarrollo es uno de los factores de depredación ambiental”.
Químico Guerra
Para Greenpeace la decisión de la Semarnat de aprobar la construcción de la autopista Lerma-Tres Marías es una traición al Gran Bosque de Agua. “En lo oscurito –afirma un comunicado dado a conocer por esta organización ecologista multinacional—, [la] autoridad ambiental da el primer paso para destruir la zona forestal más importante del Centro del país, con dedicatoria a la familia Hank González [quiere decir, seguramente, Hank Rhon] y a los gobernadores [Enrique] Peña Nieto y [Marco] Adame Castillo”.
En contraste, para el ecologista mexicano Luis Manuel Guerra, “el químico Guerra”, la autorización ha sido otorgada de manera correcta. De hecho, el proyecto aprobado es un ejemplo de que las autopistas pueden ser “protectoras del ambiente”. Es éste el primer ejemplo en México, dice, de una “autopista verde”.
Tener un libramiento en la zona sur-poniente de la Ciudad de México es absolutamente indispensable. En la actualidad el tránsito vehicular entre Toluca y Cuernavaca, y por ello entre el poniente del país y Morelos y Guerrero, debe pasar necesariamente por la capital federal, con todas las consecuencias ecológicas negativas que esto implica. El problema se ve agravado por el hecho de que las autoridades de la Ciudad de México cada vez restringen más la circulación vehicular, especialmente para los automóviles con placas “foráneas”. Un vehículo de Michoacán o Jalisco enfrenta cada vez mayores dificultades para circular hacia Morelos o Guerrero debido a estas restricciones. La autopista Lerma-Tres Marías resuelve, cuando menos en parte, este problema.
El documento de Greenpeace, después de ofrecer una serie de ataques políticos y preguntarse “¿a qué intereses responde el secretario [Juan] Elvira y su equipo?”, advierte que el trazo aprobado para la carretera “cruza las áreas naturales protegidas de carácter federal de las ciénegas de Lerma y el corredor biológico Chichinautzin, así como un área natural de carácter estatal como es el parque otomí-mexica. Esto contraviene claramente los decretos de creación de estas áreas naturales”. La autorización, añade, “puede representar en el mediano plazo la muerte del Gran Bosque de Agua, pues desencadenará la aprobación de otros proyectos, como el libramiento norponiente de Cuernavaca y la autopista La Venta-Colegio Militar”.
El químico Guerra no comparte la opinión de Greenpeace. En su comentario diario en La Red de Radio Red señala que el proyecto está hecho para que la propia autopista se convierta en un instrumento ecológico. El agua del asfalto, por ejemplo, es conducida a pozos de absorción. A ambos lados de la carretera se tendrá una franja de conservación de 200 metros. Una acción decidida de la autoridad puede evitar los asentamientos irregulares que son comunes en las carreteras mexicanas. Parte de la cuota que se pague por transitar en la autopista se utilizará para la restauración ambiental.
Las diferencias entre Greenpeace y el químico Guerra no son superficiales sino de filosofía. La organización multinacional se ha opuesto tradicionalmente al desarrollo de zonas que considera en peligro ambiental. El químico Guerra sostiene, por el contrario, que “no tener desarrollo es uno de los factores de depredación ambiental”. Efectivamente, buena parte del deterioro ecológico que vemos en nuestro país es producido por poblaciones que depredan la tierra o el agua ante la falta de recursos que les permitan sobrevivir de manera digna.
En el debate sobre la autopista Lerma-Tres Marías vemos, pues, la confrontación de dos conceptos distintos sobre la labor que debemos hacer los mexicanos para preservar la ecología de nuestro país. Uno de ellos, el promovido por Greenpeace, es que hay que dejar al país como está: quizá esto mantenga a los mexicanos sumidos en la pobreza, pero evitará el rastro contaminador del desarrollo económico. El otro, el que defienden el químico Guerra y al parecer la Semarnat, es que hay que promover la inversión y el desarrollo, pero de forma tal que se cuide el ambiente y se generen recursos para restaurarlo.
Yo me inclino por esta última opción, por la del químico Guerra. No sólo apoyo la autopista Lerma-Tres Marías sino el libramiento norponiente de Cuernavaca y la autopista La Venta-Colegio Militar. De hecho, estoy convencido de que la estrategia de oponerse por principio a toda inversión o proyecto que pueda generar desarrollo económico es inaceptable en un país como el nuestro; en primer lugar porque condena a los mexicanos a la perpetuación de la pobreza, pero también porque termina generando más contaminación.
FRENK A HARVARD
La Universidad Harvard ha anunciado el nombramiento de Julio Frenk como nuevo director de su Facultad de Salud Pública citando el seguro popular que Frenk impulsó como secretario de Salud. Este seguro parte de la idea que todos los mexicanos deben gozar de acceso a los servicios públicos de salud, independientemente de que tengan o no un empleo formal. Algunos críticos, como Santiago Levy, han señalado que el seguro se ha convertido en un incentivo para el empleo informal, al otorgar una prestación a quienes no se incorporan a la economía formal. Y quizá sea cierto. Pero la universalidad de los servicios debe ser el criterio fundamental de la construcción de un sistema de salud pública.