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Bagdad: muros por todas partes, que recuerdan una prisión

Las vallas de seguridad en Bagdad son muy ubicuas: bloquean acceso a escuelas, mezquitas, iglesias, hoteles, viviendas, mercados, y en ocasiones, a urbanizaciones completas. (AP)

Las vallas de seguridad en Bagdad son muy ubicuas: bloquean acceso a escuelas, mezquitas, iglesias, hoteles, viviendas, mercados, y en ocasiones, a urbanizaciones completas. (AP)

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Para prevenir atentados el Ejército de EU ha levantado bardas de seguridad por todas partes en Bagdad, pero muchos se quejan de que viven como si estuvieran en una cárcel.

Hace muchos años que Bagdad no estaba tan tranquila. Pero para alcanzar el alivio, se ha tenido que pagar un alto precio: muros que en algunos vecindarios tienen hasta siete metros de altura.

Hileras tras hileras de vallas de seguridad dividen a la ciudad en áreas cada vez más reducidas que protegen a los habitantes de ataques con explosivos, disparos de francotiradores, y secuestradores. También causan enormes atascamientos de tráfico y elevan el precio de los alimentos y de las viviendas. Y muchos se quejan de que viven como si estuvieran en una cárcel.

Por todas partes hay vallas de seguridad en Bagdad. De esa manera, una capital a orillas del río Tigris donde abundan las urbanizaciones repletas de árboles frutales y donde los bulevares están flanqueados por palmeras, y en la cual antes de la invasión de Estados Unidos en 2003 coexistían shiies y sunis, se ha convertido en una ciudad de sombras que separan a las dos sectas musulmanas.

Las vallas de seguridad son muy ubicuas: bloquean acceso a escuelas, mezquitas, iglesias, hoteles, viviendas, mercados, y en ocasiones, a urbanizaciones completas. Prácticamente cualquier cosa que puede ser objeto de un ataque. Para muchos iraquíes, esas vallas se han convertido en el símbolo de la ocupación.

“Tal vez algún día sean eliminadas”, dijo Kareem Mustapha, un residente de ciudad Sadr, de 26 años de edad, que vive a cinco minutos de caminata de una valla de seguridad construida a comienzos de año en ese enorme distrito controlado por los shiies.

“Ignoro cuándo ocurrirá, pero no será pronto”, añadió.

Por cierto, el Ejército de Estados Unidos está erigiendo nuevas vallas de seguridad. La última rodea la urbanización Noroccidental shii de Hurriyah, donde millares de sunis fueron asesinados o expulsados en 2006.

Dora, en una época bastión de los insurgentes suniies en el Sur de Bagdad, tiene tantos muros y torres de vigilancia que algunas partes recuerdan un laberinto. La famosa zona del distrito de Moalimeen, que hasta hace un año figuraba entre los sitios más peligrosos de Bagdad, es ahora accesible a los peatones a través de puertas giratorias de acero custodiadas por efectivos de seguridad.

“Las vallas de seguridad han impedido que hombres armados vengan a la urbanización”, dijo Salim Ahmed, un obrero petrolero de 29 años que vive y trabaja en Dora. “Pero también siento que estamos en una prisión y aislados del resto de la ciudad”.

En algunas zonas de Bagdad, los muros demoran el traslado de alimentos y de otros productos esenciales, y eso causa un aumento de precios. Y aunque han servido para evitar ataques y reducir el crimen, las vallas encarecen el precio de las viviendas.

El Ejército de Estados Unidos defiende la erección de esas vallas. Asegura que han servido para obstaculizar el movimiento y las rutas de suministros de militantes sunies o de miembros de Al Qaeda en Irak o de milicianos shiies o de integrantes de los llamados “grupos especiales”. También niega que esos muros hayan contribuido a que la ciudad esté ahora dividida en líneas sectarias.

Las vallas de seguridad comenzaron a ser empleadas por los ocupantes en 2003 para proteger la Zona Verde, donde están las embajadas de Estados Unidos y de Gran Bretaña, así como el Parlamento y la sede del Gobierno de Irak. Pero comenzaron a diseminarse por otras partes de Bagdad el año pasado, al iniciarse una vasta campaña de seguridad en la capital. En algunas urbanizaciones amuralladas sólo se permite el ingreso de personas que muestren pruebas de su residencia en el lugar, o documentos especiales de identidad.

En abril, el Ejército de Estados Unidos selló la parte Sur de ciudad Sadr a fin de que la Zona Verde quedara fuera del alcance de cohetes y de obuses lanzados por milicianos shiies.

Posteriormente, los ataques cesaron, pero las vallas de seguridad causaron problemas a los habitantes de ciudad Sadr.

Debido a los muros de contención en esa urbanización, el viaje de Mustapha al trabajo involucra una caminata de 15 minutos y viajes en dos microbuses. Y eso es una enorme molestia en una ciudad como Bagdad, cuyos veranos son tórridos.

Del otro lado del río Tigris, el Ejército de Estados Unidos comenzó en fecha reciente a erigir otra valla de seguridad en torno a Hurriyah. La nueva valla se vincula con otras dos ya erigidas, a fin de impedir que extremistas shiies deambulen a voluntad.

Cuadrillas de obreros comenzaron a trabajar en el muro en Hurriyah el 12 de junio. Cinco días más tarde, un camión cargado de explosivos estalló en una de sus calles más concurridas matando a 63 personas. El Ejército de Estados Unidos dijo que el dirigente de una milicia shii que había roto con el Ejército Mahdi del clérigo antinorteamericano Muqtada al Sadr había ordenado el ataque para incitar represalias contra los sunis.

Los militares estadounidenses defienden los muros de Hurriyah, señalando que han tenido también un gran efecto en el distrito Norteño de Azamiyah, un bastión de los sunis donde militantes de Al Qaeda y otros extremistas controlaban en una época las calles.

La parte antigua de Azamiyah fue sellada a comienzos de 2007 en un primer intento de cercar la urbanización en su conjunto.

Las noticias sobre la valla de seguridad, de cinco kilómetros de extensión, causaron indignación en los sunis de todo Irak. Muchos dijeron que existía una conspiración del Gobierno, controlado por los shiies, para aplastar el más famoso distrito suni en Bagdad, también asiento de la mezquita del Gran Imán, el santuario religioso más importante de la secta en Irak.

Si bien el muro ha reducido la violencia de manera significativa en Azamiyah, los numerosos puestos de control y las demoras causan indignación en muchos residentes.

“Los muros fueron erigidos para hacernos sufrir”, dijo Waleed Mahmoud, un hombre de 35 años, padre de cuatro. “Mis hijos demoran una hora para ir a la escuela. Con frecuencia llego tarde al trabajo. Y nunca hay menos de 10 automóviles en fila en los dos puestos de control”.

La economía local de Azamiyah, que tanto sufrió durante épocas de violencia, no ha mejorado desde que el muro fue levantado. Los populares comercios de venta de ropa y los restaurantes tienen ingresos que son una fracción de lo que eran antes de la invasión. Potenciales compradores de otras urbanizaciones no quieren visitar Azamiyah, pues les fastidia presentar documentos en puestos de control.

Y por otro lado, hay escasos residentes que contribuyan al florecimiento del comercio. Alrededor de la mitad de ellos huyó de la zona en 2006 para huir de la violencia. Y muchos de ellos no han retornado.

Atentado deja 15 muertos

Al menos quince personas, en su mayoría mujeres, murieron ayer y otras cuarenta resultaron heridas en un atentado suicida perpetrado en la ciudad de Iskandariya, a 50 kilómetros al Sur de Bagdad, según fuentes del Ministerio del Interior iraquí.

Las fuentes explicaron que una mujer detonó el cinturón de explosivos que llevaba adosado al cuerpo en el interior de una carpa en el barrio de Hetín, donde se alojaban algunos fieles que se dirigían hacia Kerbala para participar, a partir de hoy, en una celebración religiosa.

Entre los heridos se encuentran varios niños y mujeres, afirmaron las fuentes, que no descartaron que el número de muertos aumentara.

En estos días, los fieles shiies se dirigen a pie a Kerbala para participar en la festividad que conmemora el nacimiento del duodécimo imán shii, Mohamed al Mahdi.

En el marco de los preparativos para esta festividad, miles de miembros del Ejército y de la Policía iraquíes se desplegaron ayer en las carreteras que conducen a Kerbala para proteger a los fieles de posibles atentados.

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