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Banda ancha

Jaque mate

Sergio Sarmiento

“Todo niño tiene derecho a buen trato,

educación y banda ancha… pero no

necesariamente en ese orden”.

Ángel (13 años de edad)

CANCÚN.- Alrededor de un 16 por ciento de los mexicanos tiene acceso a servicios de Internet. Ésta es, por lo menos, la cifra que se manejó esta semana en la reunión latinoamericana del Foro Económico Mundial en Cancún, Quintana Roo. Podemos decir que es una cifra promedio en el mundo. El problema es que estar en el promedio ya no es suficiente para construir una economía más competitiva. De hecho, la cifra de 16 por ciento es engañosamente alta, ya que en buena medida está representada por el viejo servicio de conexión telefónica que ha sido abandonado en buena parte del mundo por su lentitud.

Según el informe de penetración del Internet de banda ancha de la OCDE —la organización que incluye a 30 de los países más desarrollados del mundo— sólo el 3.5 por ciento de los mexicanos tenía en diciembre de 2006 acceso a la Red de alta velocidad, la que realmente es un factor de competitividad en la actual economía globalizada. Esto nos colocaba en el último lugar de los 30 países considerados. Estamos atrás de naciones como Turquía, con 3.8 por ciento de penetración, y rezagados dramáticamente ante Dinamarca, los Países Bajos (Holanda), Islandia y Corea del Sur, que contaban en diciembre de 2006 con tasas de penetración de Internet de alta velocidad de 31.9, 31.8, 29.7 y 29.1 por ciento de la población.

Esta estadística es sumamente importante para entender, más que el actual nivel de desarrollo de un país, su competitividad informática y perspectivas de desarrollo. La Red se ha convertido en un poderoso instrumento de manejo de información y de transacciones electrónicas. Los países con mayor penetración de Internet de banda ancha tienen mayor competitividad en la economía globalizada que aquellos que registran cifras inferiores. El que México se encuentre en el último lugar de los 30 países de la OCDE, con una tasa de penetración de una décima parte de la que registran las naciones con mayor avance en esta materia, debería ser un tema de preocupación esencial para todos los mexicanos comprometidos con la construcción de un país más próspero.

Como lo he señalado en varios artículos esta semana, la clave de la prosperidad de un país no radica en los recursos naturales y mucho menos en uno solo de ellos, como puede ser el petróleo. Poco o nada importa si el precio está alto o bajo en un momento determinado. La tecnología y el conocimiento son los factores económicos que realmente están obteniendo valor agregado en el mundo. No sorprende que los empresarios más ricos del mundo sean hombres como Warren Buffett, Carlos Slim y Bill Gates que manejan productos financieros, telefonía, telecomunicaciones o informática. Todas estas actividades se fundamentan en el uso de la información y no de materias primas.

No tenemos por qué quedar condenados por siempre a los últimos lugares de penetración de Internet o de adopción de alta tecnología. Países pequeños y relativamente pobres, como Estonia y Finlandia, se han convertido en líderes de la revolución informática gracias a la educación, la creatividad, la construcción de tecnología de comunicación y la apertura a las inversiones.

No hay razón por la cual no podamos hacer lo mismo en México. Contamos, después de todo, con un grupo de buenas universidades —públicas y privadas— y acceso a tecnologías de todo el mundo a través de un mercado vibrante y abierto, no el nuestro, pero sí el de nuestro vecino del Norte.

Entre los obstáculos que enfrentamos se cuenta el alto precio del acceso al Internet de alta velocidad, producto del virtual monopolio que mantuvo Telmex hasta hace poco a través de Infinitum, y la ignorancia de nuestros políticos y funcionarios acerca de los temas de tecnología. Los altos precios se eliminan promoviendo una competencia abierta y vigorosa a través de todas las tecnologías posibles para proporcionar Internet de alta velocidad. La ignorancia de los políticos sólo la puede curar el tiempo, que irá remplazando poco a poco a quienes hoy ocupan cargos de responsabilidad.

Como país, sin embargo, tendremos que soportar durante mucho tiempo algunas de las decisiones que en los últimos tiempos han tomado nuestros políticos. Quizá la más dañina en el largo plazo haya sido el fallo de la Suprema Corte de Justicia, cuando consideró la Ley de Radio y Televisión, al imponer limitaciones al uso libre de frecuencias inalámbricas, lo cual crea obstáculos en México que no existen en otros países para el aprovechamiento máximo del espectro radioeléctrico.

Lo importante para los mexicanos hoy es entender la importancia del tema y eliminar las restricciones y obstáculos al desarrollo de la informática. No permitamos que nuestros políticos hagan con la información lo que han hecho con el petróleo… y que nos impidan sacarle el máximo provecho para beneficio de los mexicanos.

CENSURA PARA TODOS

La verdad es que el PRD tiene razón. Si el IFE va a sancionar al Frente Amplio Progresista por contratar tiempo en televisión para promover una reunión en el Zócalo para presentar la posición de Andrés Manuel López Obrador sobre la reforma petrolera, también debe sancionar al presidente Felipe Calderón por ordenar una cadena nacional de radio y televisión para defender su posición sobre esta misma reforma. Si queremos tener censura en los medios, ésta debe aplicarse a todos los actores políticos y no sólo al FAP.

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