Bauer está convencido de que esa hambre de resarcirse será el combustible que empuje a los azulcrema durante el campeonato. (El Universal)
La mirada de Michel Bauer adquiere un fulgor especial cuando imagina el debut del América en el Apertura 2008, el próximo domingo, ante el Santos Laguna.
Más allá de que el presidente de las Águilas ya vivió en su actual puesto los últimos partidos del equipo en la más reciente edición de la Copa Libertadores, el duelo contra el campeón del futbol mexicano será especial: marcará el inicio oficial de la nueva era del club.
Y del reto que siempre está implícito en uno de los equipos más importantes de México, mas ahora con el factor extra del humillante sótano general del pasado Clausura 2008.
Bauer no estuvo ahí, no fue su culpa, pero sufrió como cualquier otro americanista y está convencido de que esa hambre de resarcirse será el combustible que empuje a los azulcrema durante el campeonato.
“Los que vivieron el torneo pasado, tienen una sobredosis de ánimo y ganas de hacer las cosas, lo que nos va a catapultar”, sentencia —orgulloso— un hombre cuya juventud ha comenzado a contagiarse en todo el club.
Porque el directivo dimensiona perfectamente lo que significa sentarse en la silla más caliente del futbol mexicano y el proceso de reingeniería que vive el América es el mejor ejemplo.
Bauer sabe que es imposible cambiar —para un torneo— a muchos jugadores, por lo que apuesta al corazón y amor propio de aquellos que —como él— tienen tatuado el azul y el amarillo en el pecho, esos a los que les dolió profundamente el papelón de hace algunos meses.
“Hay excelentes jugadores, quienes no están aquí desde hace seis meses”, recuerda. “Son jugadores que se deben a esta institución, se formaron aquí y ellos son los primeros que van a sacar el pecho y el orgullo, porque el América les ha dado mucho y ellos también. Todos traen muy clavado el torneo pasado, es una experiencia que nadie quiere repetir, pero están con las pilas puestas”.
“Aquí hay grandes futbolistas, grandes personas, grandes americanistas”, agrega. “La gente que ya no está es la que no debería estar. Ahora, hay un gran grupo y tenemos a un capitán que nos va a llevar a buen puerto”.
“Para el América, cada partido es como una final”, subraya. “Todos nos juegan a ganar y ese es el reto que tiene el América”.
“Evidentemente, en el anterior los resultados no nos acompañaron, al igual que sí una serie de desgracias en cuanto a lesiones”, lamenta. “No puedes jugar con siete u ocho futbolistas menos. En esta pretemporada nos hemos dado a la tarea de preparar muy bien físicamente al equipo, para que esos jugadores estén el resto de la temporada”.
“Nuestra mentalidad está en ganar el campeonato”, sentencia. “Tienes que apuntarle a ganar lo máximo, pero tenemos que pasar una etapa inicial, que son las primeras 17 jornadas y nuestro primer objetivo es llegar a la Liguilla... Una vez que pasemos esa fase, ese objetivo mayor estará mucho más cerca”.
Al igual que su éxito como directivo, una profesión que no deja de sorprenderlo.
“Cuando empiezas a ver los primeros partidos, entiendes cómo se sufre en el palco y todas tus esperanzas están puestas en esos jugadores que se encuentran en la cancha”, confiesa.
“Evidentemente, hay cosas que había visto en los cursos que he tomado, pero hay otras que las tienes que ir aprendiendo y te van sorprendiendo conforme va pasando el tiempo”. Y para este torneo, sueña con “hallar” la resurrección americanista.