Al tomar la carretera que lleva al territorio controlado por los rebeldes uno se topa con los cadáveres de dos soldados del gobierno.
Los cuerpos obstruían el acceso a la carretera de dos carriles que va desde la capital regional, Goma, hacia el norte. Uno tenía un tiro en la frente.
Su presencia allí era una advertencia para los soldados del gobierno apostados a pocas cuadras, con los que los rebeldes combatieron la noche anterior. Y también para los pocos civiles que se animan a cruzar ese sector. Los rebeldes quieren dejar en claro que no piensan dar un paso atrás en medio de una brutal guerra que se teme pueda arrastrar a Angola y otros países de la región.
"Ya basta", se quejó John Biamungu, un muchacho de 18 años que cruzó el sector con una bicicleta de madera, mientras los guerrilleros observaban en silencio desde ambos lados de la carretera.
Luego de años de violencia esporádica en el este del Congo, el conflicto cobró fuerza en agosto y los combates entre las fuerzas del gobierno y rebeldes liderados por Laurent Nkunda han desplazado a por lo menos 250 mil personas desde entonces, a pesar de la presencia del contingente de fuerzas de paz de las Naciones Unidas más grande del mundo.
El viceministro de relaciones exteriores de Angola Georges Chicoty dijo que su país está listo para enviar soldados al Congo, alimentando la sensación de que el conflicto puede expandirse a otros países.
No está claro si esos soldados colaborarían con las fuerzas de paz o pelearían junto a las fuerzas del gobierno congolés, como hicieron durante el conflicto de 1998-2002, que involucró a más de media docena de naciones africanas.