Sin duda, el mundo sigue las campañas presidenciales norteamericanas como si fueran las propias de cada país; y eso por una razón fundamental: que a quien elijan nuestros cultos vecinos puede tener una enorme injerencia en el devenir de nuestro pobre planeta durante los siguientes cuatro u ocho años. Y no se puede esperar que prive la sensatez, la cordura o el simple sentido común: ¡Por el amor de Dios, reeligieron a W. Bush! ¿Qué pueblo le prolongaría el mandato a un evidente retrasado mental, manipulado por una panda de oportunistas cegados por su caduca ideología, y que acababa de meter a su nación en una guerra sin pies ni cabeza? ¿Y en contra de un hombre inteligente, héroe de guerra (o bueno, al menos John Kerry sí fue a Vietnam) y cuya esposa es dueña de Heinz Field, la casa de los Acereros?
Con otra: que el sistema electoral norteamericano tiene sus bemoles, circunstancias que no hallamos en otros lugares del orbe. Así que, para no pasar sustos y desazones, como servicio social, aquí les paso al costo algunas consideraciones a tener en cuenta para que el próximo martes les sea más leve.
1.- No confíen en las encuestas: según una docena de sondeos, el voto popular se inclina hacia Obama por entre cinco y ocho puntos por encima de McCain. Así pues, todo apunta a un triunfo por avalancha del de Illinois (que nació en Hawaii, pero para el caso). Sin embargo, hay un factor que habría que tener en cuenta: quienes dicen que votarán por Obama… sólo para que no los tilden de racistas. Esto es, el electorado blanco (que es el 70% del padrón) que no piensa sufragar por los demócratas, pero no lo confiesa por la sencilla razón de que no tiene una buena razón para actuar de esa manera. La mala conciencia del pasado racista norteamericano pesa mucho, especialmente entre la clase media urbana blanca, que no sabe para dónde hacerse; pero que considera políticamente incorrecto decir que votará por un vejete con cáncer en la piel, pero blanco, en lugar de por un joven morenazo que tiene el problema de ser, precisamente, joven y morenazo. Cuánto afectará este sesgo a la hora de los trancazos, está por verse. Pero algo me dice que la votación popular no estará tan del lado de Obama como muchos predicen.
2.- Recuerden: los que cuentan son los votos electorales. En última instancia, el voto popular, el individual, no tiene tanta importancia. Quien elige al Presidente de Estados Unidos es un colegio electoral, designado de acuerdo a las votaciones por estado. Cada una de las cincuenta y un entidades (50 estados y el Distrito de Columbia) tiene un número de delegados a ese colegio electoral equivalente a sus representantes en el Congreso. Esto es, por su población, Alaska vale tres votos electorales (dos senadores y un diputado). En tanto que California (el más poblado) constituye el premio mayor, con 55 votos electorales. En la inmensa mayoría de los estados, quien gana la votación popular, gana todos los votos electorales, aunque la diferencia entre los contendientes haya sido mínima: rara vez hay un reparto proporcional de delegados. El doloroso recuerdo del año 2000 ilustra el punto: los 27 votos electorales de Florida fueron para los republicanos, que en teoría (no vamos a discutir eso) ganaron por menos de 550 votos a boca de urna. Y eso le dio la Casa Blanca al tonto del pueblo, y al mundo un dolorón de cabeza durante los siguientes ocho años.
Se requieren 270 votos electorales para ganar la elección. El que alcance ese número de delegados en el colegio electoral ya la hizo, independientemente del voto popular: en 2000 Al Gore obtuvo más de un millón de votos individuales más que W. Bush, pero perdió por la malhadada añagaza de Florida. Aunque claro, increíblemente Gore perdió en su estado natal, Tennessee: sus once votos lo hubieran puesto a tiro de piedra, independientemente del relajo floridiano (¿floridista? ¿floridense?). Quién le manda no ganar en casa. Y no, no me recuerden al domingo pasado contra Gigantes.
Para colmo, se puede producir un empate 269-269: basta con que se repitan los resultados de 2004, pero con Nevada, Nuevo México y Iowa (17 votos electorales en total) siendo ganados por los demócratas. Por supuesto, nadie quiere pensar siquiera en semejante pesadilla. Y si Obama gana un estado rural, conservador y más blanco que el cerebro de un diputado mexicano (sin materia gris) como Iowa, está bieeeeen difícil que se repita el escenario de hace cuatro años. Al que le interesen estos jueguitos, puede recurrir al mapa de CNN http://edition.cnn.com/ELECTION/2008/calculator.
3.- Allá no hay IFE, ni un Luis Carlos Ugalde que se tarde dos años en decir la neta y probar que el Peje mintió. De acuerdo a la médula federal de su república (ésa sí de a de veras federal), las elecciones nacionales norteamericanas son organizadas por los estados de acuerdo a los usos y costumbres de cada uno, y según su real saber y entender. De manera tal que en algunas boletas habrá un cierto número de candidatos, y en las de otro estado habrá otros, dependiendo de si algunos candidatos independientes cumplieron o no con las normas locales. De la misma forma que en ciertos lugares habrá urnas electrónicas, y en otras se seguirán usando unas máquinas horrendas, con palanca para perforar boletas, cuya patente pertenece, ustedes dirán lo moderno del mecanismo, a un tal Tomás Alva Edison. En parte el relajo de Florida de 2000 se debió a que alguien que se quiso pasar de gracioso (o de creativo, para el caso), diseñó una boleta sumamente confusa, que se usó en algunos condados habitados mayormente por viejitos, que no daban pie con bola y terminaron votando por Buchanan (un ultraconservador independiente), creyendo haberlo hecho por Gore. Sí, ni siquiera era la misma boleta para todo el estado.
4.- Recuerden los husos horarios. Por cuestión de la rotación de la Tierra, que suele ser tercamente regular, las casillas cierran primero en el Este (territorio francamente demócrata), así que los resultados van a fluir primero desde ahí. Así que no les extrañe que, en las primeras horas, parezca que Obama ha ganado por paliza. A medida que pase el tiempo, irán cerrando las casillas del Profundo Sur y el Medio Oeste, donde McCain sin duda se recuperará. Recuerden que los conteos rápidos dependen de esos factores, entre algunos otros, como la proporción de población urbana y rural y, por tanto, de la rapidez en que llegan los resultados a los centros de cómputo. Algo así ocurrió en México en 2006: el PREP marcó durante horas a López como puntero… pero ello ocurría cuando A) Se habían contabilizado básicamente las casillas del DF y entidades circundantes, y pocas del Norte y Occidente, en donde el PRD no existe; y B) por tener los husos horarios de la Montaña y el Pacífico, ni siquiera se habían contado aún las casillas de Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Baja California, en donde barrió el PAN. Con ésas ganó Calderón. Claro que pedirles que entiendan geografía a quienes siguen creyendo en el compló, el fraude y el algoritmo, es pedirle las consabidas peras al olmo.
Bueno, hay que tener en cuenta ésas y otras cuestiones. ¡Que el martes les sea entretenido!
Consejo no pedido para lograr que un alce corretee a Sarah Palin, y vea lo que se siente: vea “Recuento” (Recount, 2008), con Kevin Spacey, docudrama muy bien hecho sobre el relajo de Florida en 2000. Provecho.
Correo:anakin.amparan@yahoo.com.mx