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Buenas noticias

Las laguneras opinan...

Rosario Ramos Salas

Desde que el pasado mes de mayo el Santos ganó el campeonato de futbol, la ciudad ha pasado por una sequía de buenas noticias. Noticias que inspiren ánimo y orgullo, que motiven a los que aquí vivimos y que creemos en la nobleza de nuestra región. Por ejemplo, el anuncio de una fuerte inversión que traiga empleos o la creación de un parque con miles de árboles que mejoren el medio ambiente, o la noticia de que el Gobierno tiene una buena estrategia y resultados en la lucha contra la delincuencia. Muy al contrario, en las últimas semanas todo se ha vuelto rumor y malas noticias y lo que es más triste los laguneros nos hemos entregado fácilmente al miedo, a la desconfianza y a los rumores.

¿Por qué ese miedo? Será que la inseguridad es de tal tamaño que el miedo nos tiene atrapados. Mucha gente habla de que ha tenido que cambiar su estilo de vida. Si antes podías salir a divertirte por la noche, ahora ya nadie sale o regresa más temprano a su casa. El verano para los jóvenes, otrora una temporada para la sana diversión, ahora éstos se dicen aburridos, se quejan de que no hay nada qué hacer, que no pueden salir de noche, que los antros están cerrados.

¿Que no podemos ofrecerles otro tipo de diversión? Deporte, cine, lectura, conversar simplemente. En mis tiempos el verano se pasaba entre las idas a saborear un barquillo o tomar aguas celis en la plaza para refrescarte. Se habla que los restaurantes han disminuido sus ventas. La gente no sale, no consume y quienes tienen en ese negocio una fuente digna y honrada de trabajo se ven perjudicados.

¿Cómo contrarrestar el miedo? Si de un lado pongo las buenas noticias y del otro las negativas, estoy segura que ganan las buenas. Sólo hay que repetirlas, resaltarlas, sentirnos orgullosos de lo que día a día vamos logrando. ¿Cómo es posible que nos entreguemos tan fácilmente al rumor irracional, repetitivo, aumentado, exagerado y cambiado cada vez que pasa de boca en boca?

No repitamos lo que alguien nos contó como primicia de lo que le pasó al vecino de fulanita o al primo de zutanita. Que si los operativos, los federales, balaceras, “levantones”, o asesinados. Palabras que antes no existían en nuestro vocabulario, ahora se repiten con imprudencia y descaro. No permitamos que nos ganen el espacio para trabajar y crecer como ciudad, para apoyar a quien se levanta cada día y sale de su casa a ganarse el sustento con su trabajo limpio, o para motivar a los niños que en el verano estuvieron en el programa de Escuelas Siempre Abiertas, o aplaudir a la SEP porque por fin convocó a los exámenes nacionales para la actualización de los maestros en servicio. Es injusto que alguien que sale de su trabajo de mesero no pueda tomar un taxi a su casa porque los taxis no se atreven a llegar a tal o cual colonia. Una persona que trabaja de mesero me platicaba que todas las noches debe caminar hasta su casa sintiendo cómo el miedo lo corroe por dentro, porque el taxi no entra.

Apoyemos los esfuerzos de quienes buscan impulsar el arte y la cultura. Contemos nuestro inventario de cultura: dos grandes y modernos teatros con una oferta de primera, una orquesta de cámara que se perfecciona cada día, una escuela y compañía de danza contemporánea, una más de danza folclórica que es aplaudida en escenarios europeos y africanos, diez museos que en sus espacios, los visitantes tienen la oportunidad de crecer y cultivarse y en donde, durante este verano más de diez mil niños han entrado en forma gratuita en el programa de Iluminarte, 20 instituciones de educación superior que se empeñan en sacar a los mejores egresados para que nuestra región eleve su nivel cultural y económico.

Y eso sin hacer el recuento de negocios, grandes y pequeños, microempresarios, personas de bien que son la mayoría, jóvenes que sueñan y planean para el futuro, niños interesados en el conocimiento, en la ciencia, en la lectura, padres de familia que buscan para sus hijos lo mejor. Nos merecemos una ciudad segura como lo era antes. Una ciudad hermoseada en sus parques y avenidas, iluminada, con un buen servicio de transporte y desechar así rumores falsos y malas noticias que de nada nos sirven.

Que no nos gane el desánimo y el pesimismo. Si lo permitimos estamos perdiendo la batalla.

garzara1@prodigy.net.mx

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