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Burocrático Pemex

Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Burocracia es el arte de hacer imposible lo posible”.

Javier Pascual Salcedo

¿Por qué es Pemex una empresa tan ineficiente? No por que los mexicanos seamos diferentes a los pueblos del resto del mundo. Muchos de quienes trabajan en refinerías e instalaciones petroleras en Estados Unidos son mexicanos y tienen un excelente desempeño. Cuentan, sin embargo, con procedimientos que les permiten trabajar de manera adecuada. En Pemex las reglas están hechas para impedir antes que promover que se haga una labor eficiente.

Un técnico, empleado de un proveedor de Pemex Refinación, me cuenta historias de terror. El laberinto burocrático empieza desde el momento en que el trabajador trata de entrar a la refinería para llevar a cabo su labor. “Incluso en situaciones de urgencia –señala— he esperado hasta siete horas para conseguir firmas de entrada.”

“En Ciudad Madero hay que llenar un formato a máquina de escribir”, me dice. Pemex debe ser la única petrolera del mundo que sigue usando todavía estos instrumentos fósiles. Los trámites para ingresar “te toman al menos dos días”.

“En Salamanca haces un pase para vehículos, un pase para trabajadores, un pase para herramienta y pase para lap-tops. Cada uno toma horas y finalmente días el conseguir todo lo que te piden”.

“En Tula es obligación que el vehículo tenga la verificación pagada. De lo contrario no puedes cobrar los servicios que prestas al interior de Pemex. Te preguntarás qué tiene que ver una cosa con la otra, pero así es. Todo el trámite de solicitud te toma como tres días”.

Parecería normal el realizar un trámite de ingreso a una instalación productiva, “pero es realmente frustrante el pasar días completos haciendo un trámite para accesar y que siempre encuentren un detalle para no dártelo. ¿Y qué termina haciendo uno? Dando para el refresco, que es un soborno tercermundista, pero al fin y al cabo soborno, o buscando apoyo de alguien de arriba, que a veces no cambia mucho las cosas”.

Toda esta burocracia es sólo la punta del iceberg. Pemex es una de las empresas petroleras más ineficientes en el mundo. En 2007 ExxonMobil, la mayor empresa petrolera del mundo, tuvo ventas por 390 mil millones de dólares, lo cual consiguió con 81 mil trabajadores (“Annual Report” 2007). Pemex registró ventas por 104 mil millones de dólares en 2007, una cuarta parte que ExxonMobil, pero con más del doble de trabajadores. Por lo menos esto es lo que dice Ricardo Aldana, tesorero del Sindicato Petrolero, según quien la paraestatal contaba en diciembre de 2007 con 102 mil trabajadores sindicalizados y 70 mil subcontratados (La Jornada, 27.12.07).

Tener más trabajadores no aumenta la producción de una empresa petrolera. Por el contrario, obstaculiza la eficiencia. Quienes impulsan la reforma energética, me dice el trabajador que cito, “no tienen idea de las miles de horas-hombre que se pierden todo el día, no sólo en Pemex Refinación sino en todo Pemex”. Los mismos trabajadores de la empresa saben que son demasiados.

Hay quienes ven este problema con filosofía o quizá con cinismo. No importa, dicen, que Pemex sea ineficiente o que tenga exceso de personal. A final de cuentas, nadie pierde, ya que la empresa cuenta con un margen enorme de rentabilidad. El costo de producción del barril de petróleo en 2007 fue de 4.37 dólares por barril en 2007 (“Reporte de resultados financieros”), mientras que la mezcla mexicana de exportación alcanzó la semana pasada una cotización de 111 dólares.

Esa es la actitud, sin embargo, que ha hecho que tengamos una de las empresas petroleras más ineficientes del planeta, a pesar de la capacidad probada de muchos de los trabajadores.

Lo que está haciendo la ineficiencia de Pemex es afectar el patrimonio de los mexicanos: ya que somos los ciudadanos, y no el sindicato o el Gobierno, los verdaderos dueños de Pemex. La situación afecta más, por supuesto, a los mexicanos más pobres. Ellos no tienen otro patrimonio, otra forma de salir de la pobreza, que los recursos naturales de la nación. La ineficiencia de Pemex es un robo directo a su bolsillo.

Pemex necesita una reforma a fondo: mucho más profunda, de hecho, que la que ha propuesto el presidente Felipe Calderón. La empresa de los mexicanos requiere procedimientos que la hagan más productiva. El problema es que tenemos una clase política excesivamente conservadora, reacia a todo cambio, que prefiere mantener a Pemex como está para seguir aprovechándose de la empresa.

VOTAR A CIEGAS

El IFE ordenó este 23 de mayo al PAN y a los partidos que formaron la coalición Por el Bien de Todos el pago de multas por 35.9 y 35.6 millones de pesos por la emisión de los anuncios “Un peligro para México” y “Manos sucias” en la campaña de 2006. En los primeros, el PAN acusaba a Andrés Manuel López Obrador de ser un peligro para México y señalaba como prueba el bloqueo de pozos petroleros en Tabasco en 1996. En los segundos, el PRD y sus aliados afirmaban que Felipe Calderón tenía las manos sucias por haber impulsado la asunción de la deuda del Fobaproa por el IPAB. Para empezar, debe señalarse lo absurdo de que las sanciones lleguen casi dos años después de la elección. Pero lo más grave es que el IFE, convertido en censor implacable, busque impedir que los mexicanos conozcan información que pueda influir en su decisión electoral. Para los censores del IFE, los ciudadanos debemos votar a ciegas.

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