Cientos de familias son víctimas de los escuadrones de paramilitares que operan en Colombia. (AP)
La casa hogar ‘Agualuna’ presta ayuda sicosocial a niños afectados por la violencia que vive Colombia desde hace más de cuatro décadas.
La casa hogar “Agualuna” trabaja en Colombia para devolver la sonrisa a niños como Idaly Florez, quien sufrió en carne propia junto a su familia el drama del desplazamiento forzado por acción de los grupos paramilitares.
Idaly, de 11 años, es una de las decenas de menores que atiende la casa hogar de la Corporación Salus, una institución no gubernamental que presta ayuda psicosocial a niños afectados por la violencia que vive este país sudamericano desde hace más de cuatro décadas.
Como los cerca de 40 niños y niñas que atiende la institución, Idaly tocó un día la puerta de “Agualuna” buscando superar el trauma que le provocó ser víctima de los escuadrones de paramilitares que operan en este país sudamericano.
Hace ocho años, hombres armados irrumpieron en el caserío Saiza, en el Norteño departamento de Córdoba, y empezaron a quemar las casas de los campesinos, entre ellas el humilde rancho que compartía Idaly junto a sus padres y hermanos.
Con fusiles automáticos y trajes de camuflaje, los paramilitares procedieron a prender fuego a cada uno de los ranchos de los campesinos, a quienes acusaron de apoyar a la guerrilla.
Debido al ataque, los Florez se vieron obligados a dejar su casa junto a otras 250 familias, que partieron para buscar otro lugar y proteger sus vidas de las acciones de los paramilitares, responsables de centenares de masacres y asesinatos selectivos.
Al poco tiempo de errar por la región, las familias campesinas de Saiza llegaron al caserío de Piedras Blancas, en el municipio de Carepa, en la zona bananera de Urabá, donde se asentaron con la esperanza de lograr una vida tranquila.
SOBREVIVENCIA
Pero pese a estar lejos del alcance de los grupos violentos, Idaly tuvo que continuar la lucha por la sobrevivencia y, como la mayoría de los menores desplazados de Saiza, lleva una sacrificada vida, que divide entre sus estudios y los quehaceres domésticos.
Entre semana, Idaly se levanta a las seis de la mañana para ayudar en los quehaceres de la casa, que incluyen la atención de sus cuatro hermanos menores.
Debido a su precaria situación económica, Idaly y sus cuatro hermanos desayunan sólo arroz antes de ir a la escuela, mientras su madre se queda en casa y su padre sale a buscar trabajo para garantizar el alimento diario para su familia.
Pese a sus cortos 11 años de edad, esta pequeña tiene la responsabilidad de cuidar de sus hermanos y atender la cocina, así sea sólo para preparar arroz, las más de las veces sin acompañamiento alguno.
Pero a pesar de su precaria situación, Idaly tiene suerte, ya que a diferencia de los miles de niños y adultos víctimas del desplazamiento interno, ella recibe asistencia psicológica y apoyo de los voluntarios de “Agualuna” en Piedras Blancas.
La casa hogar de la Corporación Salus atiende a unos 40 niños y niñas en situación de desplazamiento, entre siete y 12 años de edad, en Piedras Blancas.
La institución, sin embargo, parece pequeña ante la creciente demanda de asistencia, ya que son muchos los niños que quedan fuera de este programa social.
De acuerdo con estimaciones de organismos humanitarios, en Colombia hay unos tres millones de desplazados, el 55 por ciento de los cuales corresponde a población infantil.
ATENCIÓN
Los profesionales que atienden “Agualuna” garantizan atención en salud mental, apoyo nutricional, acompañamiento de tareas y desarrollo de formación en lectura y escritura de cuentos, donde los menores expresan su experiencia de violencia.
“Trabajamos por el bienestar psicológico y emocional de niños y niñas en situación de desarraigo y por la reivindicación de su identidad personal y colectiva”, explicó la directora de la Corporación Salus, Loren Callejas.
La psicóloga social señaló que “Agualuna” es un proyecto piloto, que busca extenderse a otras zonas de Colombia, y ayudar a los niños y niñas para que se adapten a sus nuevas condiciones de vida”.
En esta casa hogar, los 40 menores beneficiados tienen la posibilidad de jugar, contar, leer y escribir historias. En definitiva, de recuperar su bienestar y construir “vínculos sociales”.
“En ‘Agualuna’ buscamos que los niños y niñas tengan la capacidad de soñar e imaginar un lugar donde el desplazamiento y la violencia sean sólo un agregado, ésa es nuestra meta”, aseveró Callejas.
Gracias al trabajo de la institución, cada tarde, cuando Idaly deja “Agualuna” para dirigirse al rancho de madera de sus padres, ella puede caminar mirando al cielo repleto de estrellas con una sonrisa que dibuja la esperanza de un futuro mejor.