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¡Cállese o le apago!

El comentario de hoy

Francisco Amparán

Una de las peores lacras que sufre este país, y una de las peores herencias que nos dejó el Priato, es la existencia de sindicatos gangsteriles. Los cuales, acostumbrados a hacer y deshacer a su antojo a cambio de acarreados para mítines y elecciones, tienen beneficios y prestaciones de las que carecemos el resto de los trabajadores mexicanos… y que en muchos casos resultan pagados, así sea indirectamente, por todos nosotros.

Esos mismos sindicatos son los que se oponen a la modernización de México, dado que en un país moderno no tendrían lugar sus privilegios feudales ni su enorme impunidad escudada en el cuento de la autonomía sindical. Para ellos, el que México siga igual, es prioritario. Por ellos, que se hunda; pero eso sí, ellos conservarán sus prebendas.

Tan acostumbrado está el sindicalismo gangsteril a hacer lo que le da la gana, que de repente cae en el cinismo o de plano la irracionalidad. Y sueltan unas perlas que, en otras circunstancias y en un país decente, serían de risa loca. En éste, son dignas de preocupación, sabiendo cómo se las gastan nuestras autoridades y su política del avestruz.

Resulta que el Sindicato Mexicano de Electricistas, que representa a los trabajadores de una de las empresas más ineficientes de este planeta, la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, está en plena negociación para renovar contrato colectivo. Estos señores, que se supone deben proveer energía eléctrica al Valle de México y lugares aledaños, cuentan con prestaciones que ya quisiera cualquier señor feudal de los de antaño. Pero como no tienen llene, quieren mucho más. No importa que Luz y Fuerza reciba subsidios de miles de millones de pesos, porque es incapaz de pagar sueldos, pensiones y prestaciones y además operar sin déficit. Ellos quieren mantener sus principescos beneficios.

Lo cual ha sido criticado en muchos medios y por muchos periodistas, aquéllos que ya no se tragan lo de la defensa de los intereses de los trabajadores y la autonomía sindical como pretexto para el expolio y el saqueo. Y ante las críticas, el Sindicato Mexicano de Electricistas decidió responder.

¿Cómo? Ciertamente no con razones ni argumentos racionales. No, recuerden: son gángsters. Lo hicieron amenazando con cortarle el suministro de electricidad al periódico Reforma, uno de los medios que con mayor fuerza ha criticado a esa organización del paleolítico, que insiste en seguir mamando subsidios sin siquiera cumplir eficazmente con su trabajo.

Por supuesto, semejante amenaza sería risible de no ser porque, en este país, a ese tipo de sindicatos la autoridad le tiene miedo, pánico. Y esos trogloditas son capaces de cumplir su amenaza. En defensa de Reforma debemos alzar la voz todos los que apreciamos la libertad de expresión. Esa voz, la de Reforma, no debe ser silenciada. Y menos por retrógrados que están decididos a frenar el avance de México.

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