Los jóvenes de Trincheras vestidos de mujer huyen de la explosión del Judas. (Fotografía de Erick Sotomayor)
De los pantalones “tumbados” a las minifaldas con leggins. Por un día los jóvenes de aspecto rudo que han crecido en un barrio bravo como el de la colonia Francisco Zarco, mejor conocida como “Trincheras”, cambiaron su caminar pausado y su mirada desafiante por sexys contoneos y pestañas enchinadas durante el recorrido preliminar a la tradicional Quema de Judas.
En esta fiesta popular -donde se prende fuego a una figura de Judas o de algún personaje de la vida pública que sea poco querido- participaron más de 50 jóvenes de todas las edades. La mayoría combinó sus barbas de “candado” y cortes de cabello (a rapa) con largas pelucas y maquillaje extravagante. Rellenaron con papel, calcetines y globos los brassieres que sus hermanas y novias les prestaron conjuntamente con las blusitas que dejaban ver sus múltiples tatuajes en cuello, espalda y hombros.
Uno de los grupos fue de “Trincheras” hasta la colonia Chapala en una Chevrolet blanca a la que adaptaron unas enormes bocinas y donde a ritmo de la canción “Mi Cucu”, de la Sonora Dinamita, pasearon al monigote de Judas.
Luego, en medio de chiflidos recorrieron el mercado y calles del centro de Gómez Palacio aledañas a la plaza principal a bordo de varios vehículos y pedían a la gente una cooperación económica cuyas ganancias serían divididas en parte para pagar la inversión hecha en el monigote, otra parte para donarlo a la Iglesia y otra, por supuesto, para sus “caguamas”.
Finalmente regresaron a “Trincheras” donde frente a más de 600 espectadores y otros más que miraban desde las terrazas bailaron, explotaron cuetones y luego decidieron atrapar a algún despistado y llevarlo contra su voluntad al centro de la calle que utilizaban como pista. Finalmente a las 13:00 horas quemaron al Judas en la calle 20 de Noviembre y avenida Licenciado Verdad.
Al respecto, Ernesto Salazar Jaques, quien organiza a estos jóvenes (la mayoría participa también en la danza Cristo Rey), comentó que esta tradición que lleva más de 20 años es importante porque los hace participar con su comunidad, acercarse a la Iglesia y alejarse de los vicios. “Parte de lo que se recauda es para dar mantenimiento a la Ermita de Cristo Rey de aquí del cerro, ahorita nos está haciendo falta una campana, pero no la completamos”, dijo Salazar.
Orígenes de la tradición
Los españoles trajeron a México la costumbre de “quemar a Judas”, el villano por excelencia. Se dice que la Inquisición los quemaba en representación de los prófugos de la justicia, quienes a pesar de haberse salvado de las llamas físicas, las recibían en el cuerpo del muñeco y en el fuego que los esperaba en el infierno al que estaban condenados por la eternidad.
La quema del Judas representa la limpieza que se obtiene mediante el fuego y prepara para iniciar un Año Nuevo, que cualquier campesino sabe que empieza con la primavera, cuando la naturaleza se renueva y se preparan las siembras; es decir, en las fechas en las que se celebra la Semana Santa.
Algunos Judas eran muñecos que representaban a personajes poco queridos de la vida pública. Esto era tan popular que el dictador Antonio López de Santa Ana publicó el 17 de marzo de 1853 un decreto que lo prohibía: “[…] ni se quemarán o venderán los muñecos que vulgarmente se llaman Judas, siempre que tengan algún vestido o distintivo con que se ridiculice a alguna clase de la sociedad o a alguna persona determinada...”.