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Cambian y embellecen a Beijing por JO

Por las noches la ciudad se enciende. Los circuitos y puentes tienen luz propia. Los rascacielos encienden cada uno de sus pisos. (AP)

Por las noches la ciudad se enciende. Los circuitos y puentes tienen luz propia. Los rascacielos encienden cada uno de sus pisos. (AP)

EL UNIVERSALBEIJING, China, agosto 4

Están listos. Terminaron de embellecerse y no dejaron nada qué desear. Cuatro meses después se quedó atrás el tráfico, las aglomeraciones, el ruido y hasta los escupitajos.

Se prepararon en todos los ámbitos, crearon un Beijing limpio, sin rastro de basura, con la mitad de autos en circulación, sin ruido, sin cláxones.

La ciudad es visualmente agradable, digna de fotografiarse. Los chinos son amables y seguramente después de los juegos olímpicos, también encabezarán la lista de los países donde mejor tratan a los extranjeros, una palomita más.

Las instalaciones olímpicas sorprenden a miradas rasgadas y esféricas.

Los estadios imponen, le coquetean a las cámaras. En el Nido de Pájaro, el estadio nacional, se perfeccionan los detalles de inauguración que promete sorprender.

Cada vez que en la televisión se repiten imágenes del ensayo general, la gente hace pausa y mira por segundos las pantallas, aunque sólo reflejen una probadita de los fuegos artificiales que iluminarán la noche del 8 del 08.

No quieren que nadie les eche a perder la fiesta y están bien organizados, la seguridad es su prioridad. Han puesto retenes con escáner en espacios públicos y en todo el circuito olímpico.

En Tianamen, la plaza histórica de Beijing, se escanean mochilas y bolsas. En los hoteles e instalaciones deportivas nadie entra si no es supervisado antes.

Redujeron el tráfico a la mitad. En 40 minutos se llega de la periferia al centro.

Atrás quedó el ruido de los cláxones, las aglomeraciones y la espera eterna dentro de los taxis. La gente ahora viaja en metro, bicicleta, autobús o taxi. Las avenidas, circuitos y dobles pisos lucen semivacíos, como en un Viernes Santo en la ciudad de México.

Por las noches la ciudad se enciende. Los circuitos y puentes tienen luz propia. Los rascacielos encienden cada uno de sus pisos. Los estadios, teatros y todo lo que se construyó en cuatro años, lo presumen con iluminación especial. Espectaculares nocturnos recuerdan que la fecha se cumplió: Beijing 2008.

Los chinos están orgullosos. Muchos visten prendas olímpicas, abarrotan las tiendas oficiales para comprar a una de las cinco mascotas en cualquier presentación. Las venden en peluche, en llavero, en madera y hasta con incrustación de diamantes en 24 mil pesos.

Saben que es su momento. Son amables, si atraviesan miradas con algún extranjero inclinan ligeramente el cuerpo y saludan. Hacen un esfuerzo por hablar inglés, ponen interés en atender a quienes los visitan y si no comprenden ni un Yes, no se rinden, la sonrisa enmarca los rostros de taxistas, meseros, comerciantes y voluntarios.

Pasean sus calles. Descansan en cuclillas en los parques, en las plazas. Quienes son resistentes a la humedad caminan con sombrilla y abanico en mano, pues Beijing suda.

Con un clima húmedo que rebasa los 35 grados, se empañan los lentes, se empapan las playeras, apenas se caminan minutos y el sudor escurre por la cara.

El cielo hace tregua por horas. Un día amanece azul con un sol radiante y al otro la nata gris vuelve a tomar terreno, ésta parece ser una lucha invencible.

La contaminación confunde a los extranjeros y la pregunta vuelve: ¿está nublado o es contaminación?. Ni siquiera el Comité Olímpico Internacional ha sabido contestar esa pregunta y se reduce a decir que están esperando los últimos reportes.

El aire sigue siendo denso y la visibilidad borrosa. El ambiente se siente húmedo y caliente, pero Beijing les quedó tan bello que es imposible no armarse de una botella de agua y unos buenos zapatos para salir a caminarlo, por lo menos una hora, con sus respectivas pausas en espacios cerrados para disfrutar del frío aire acondicionado.

Para los extranjeros este nuevo Beijing es sencillo de transitar. Todos los hoteles tienen taxis a la puerta que no cobran ni un peso más de los que se toman en la calle.

Hay guías impresas en inglés con los nombres escritos en chino de restaurantes, atractivos e instalaciones deportivas. 100 mil de los jóvenes chinos están a disposición de quien necesite ayuda, la mayoría habla inglés. Todas las calles tienen nombre aunque sigue siendo imposible rentar un automóvil o bicicleta y tomar rumbo propio.

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Escrito en: BEIJING 2008

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