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Cambio climático

Las laguneras opinan...

Rosario Ramos Salas

En los últimos días la Comarca Lagunera ha sido un verdadero horno. Las temperaturas parecen no ceder, de 35, a 40, a 43 grados, con tardes de viento aterrado y caliente y mañanas tibias. Las tolvaneras que, para consuelo de las amas de casa, antes solían terminar después de Semana Santa, este año, estamos en julio y todavía de tarde en tarde se desatan. Es nuestra lluvia, decimos; llueve polvo y tierra, pero de agua, nada, sólo unas cuantas gotas en algún día de junio y nada más. La seca parece alargarse.

Nos preguntamos entonces, si será cierto eso del cambio climático y comenzamos a tomar conciencia, algo que a lo mejor antes no teníamos. Pensábamos del clima como un asunto cotidiano, con lo que había que vivir y que, sin duda, época tras época variaba, pero que sus variaciones no eran tan bruscas, tan aceleradas o amenazadoras como ahora.

Hoy tenemos a la mano más información; es tema casi diario para los medios de comunicación comentar y opinar sobre alguna desgracia debida al clima, ya sea temblor, tsunamis, tormentas eléctricas, incendios forestales, tempestades, sequías, inundaciones, deslaves, deshielos de glaciares, menos lluvia donde no hay agua y exceso de lluvias donde sí la hay. Todo gracias al calentamiento global o cambio climático, nos dicen.

Hace unos días vimos en la televisión escenas sobre las tormentas en los estados de Iowa e Illinois en el vecino país del Norte. Cosechas anegadas, casas bajo el agua, pueblos inundados, economías trastocadas. Porque finalmente lo que hace el cambio climático es precisamente afectar las economías. O se pierden las cosechas por las sequías, el ganado se muere o se pierden por exceso de agua. Y el equilibrio ¿dónde está?, nos preguntamos.

Por otro lado, los científicos coinciden en que el incremento en la concentración de gases en la atmósfera, producto de la sociedad industrializada, lo que los científicos llaman el efecto invernadero tiene que ver con las alteraciones del clima.

En los últimos días, quizá por el calor comencé a preocuparme y a interesarme en cómo la ciencia está tratando de abordar el tema y proponer soluciones, porque según dicen los que saben se pone en riesgo el futuro de la humanidad.

Algo que durante siglos, el efecto invernadero natural mantuvo el clima de la Tierra y el ciclo vital en equilibrio, ahora se trastoca por la acción del hombre en la naturaleza.

Algunas de las consecuencias de estas graves acciones son, por ejemplo, el derretimiento de glaciares que causan escasez de agua, el aumento de los niveles en los océanos que pueden provocar inundaciones, los incendios forestales, el que se trastornen los hábitats y se extingan especies animales.

¿De qué nos sirve saber todo esto? ¿Es que podemos hacer algo entre todos? Son preguntas de no fácil respuesta, pero al menos hemos comenzado a indagar y preguntarnos. Por ejemplo, es una obligación la educación ambiental de nuestros niños, hablar de la ecología y el cuidado del medio ambiente, cómo cuidar nuestra casa, hablar sobre energías alternativas, como la eólica, la solar o la geotérmica, pensar en energías que no sean en base a combustibles fósiles como el petróleo.

Tanto discuten nuestros señores congresistas y políticos sobre el petróleo cuando este recurso en otros lados, ya se investiga en cómo dejar de utilizarlo, o ya se genera electricidad con otras fuentes. Podemos intentar reducir la contaminación de los vehículos y las plantas generadoras de energía y generalizar el uso de tecnologías para fabricar automóviles más limpios.

En nuestra ciudad se celebra en estos días, el Primer Festival del Sol. Un buen número de instituciones científicas, académicas y educativas, industriales, culturales y sociales se han unido con el fin de reflexionar sobre cómo aprovechar nuestro principal recurso: el sol. En la Comarca tenemos más de 300 días de sol y la región no se ha caracterizado por producir, por ejemplo energía solar o por aprovechar los días de sol para atraer turistas que buscan lugares donde el sol salga. Y aquí sol es lo que nos sobra.

No hemos intentado investigar qué hacer con la energía solar, qué producir con el sol, que nos dé un valor agregado. Poco se ha investigado sobre sistemas de construcción de casas, con materiales que mejoren el clima ambiental sin necesidad de tener que enfriarlas con aires lavados que funcionan con energía eléctrica. Cada año se construyen cientos de miles de casas y yo no tengo conocimiento de arquitectos pensando en casas ecológicas. Muy al contrario las casas que se construyen son un horno.

Acciones positivas dignas de felicitación son la fabricación de estufas de cocina que funcionan con energía solar. Nos hacen falta ideas como ésta.

Tenemos que volvernos imaginativos, unirnos y generar ideas para aprovechar de forma equilibrada nuestro clima, contaminando menos y teniendo más conciencia del cuidado del planeta. Todos saldremos ganando. Así que en lugar de quejarnos del calor, pensemos qué podemos hacer con él.

garzara1@prodigy.net.mx

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