Como en los viejos tiempos, el presidente mexicano Felipe Calderón realizó esta semana sendos cambios en su Gabinete sin dar mayor explicación para tan importante decisión.
Beatriz Zavala Peniche dejó la Secretaría de Desarrollo Social el pasado lunes y al día siguiente ya despachaba en el Senado de la República además de “amarrar” a pocas horas de su salida una cartera en el comité ejecutivo del Partido Acción Nacional.
Un día después trascendió la renuncia del secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, luego de trece meses en el cargo, pero tampoco hubo información sobre los motivos de su salida.
Muy temprano el miércoles Juan Camilo Mouriño, el hombre fuerte del presidente Felipe Calderón, asumió el principal puesto del Gabinete presidencial a sus 37 años de edad gracias a su cercanía y su lealtad hacia el primer mandatario.
Si a usted le inquietaba la juventud y corta carrera política de Felipe Calderón, ahora la preocupación será doble porque el titular de Gobernación tiene menos experiencia en el sector público y no ostenta el título de abogado tan necesario en las lides políticas.
Calderón obviamente equivocó sus designaciones tanto en Desarrollo Social como en Gobernación al iniciar su Gobierno. Nadie esperaría que los nombramientos de Zavala y Ramírez hayan sido pensados para ser desempeñados durante sólo doce o trece meses.
Lamentablemente el costo de este error que es enorme en términos de lo que significa realizar un relevo a sólo un año de Gobierno, lo pagaremos todos los mexicanos.
Al estilo del antiguo régimen priista, el Gobierno de Calderón no explicó con detalles la razón de los cambios. No sabemos si Ramírez fue un funcionario flojo, deshonesto, irresponsable o simplemente ajeno a las tareas encomendadas.
Como tampoco sabemos si Mouriño podrá llenar la silla de una dependencia tan importante como compleja. La Secretaría de Gobernación es la encargada de coordinar las relaciones del Gobierno con el Congreso, los estados, las iglesias, los medios de comunicación y las distintas agrupaciones políticas del país.
Es también responsable de la seguridad interna del país y de velar por los derechos humanos. Supervisa además el desempeño de los medios electrónicos, la investigación de asuntos políticos a través del Cisen y la relación con los órganos electorales.
El titular de Gobernación se queda a cargo del país cuando el presidente viaja al extranjero y coordina los gabinetes político y el de seguridad pública.
No por nada el titular de Gobernación era el candidato natural para suceder al presidente, así ocurrió hasta 1970 con Luis Echeverría, pero en los setenta y los ochenta las crisis económicas hicieron voltear hacia candidatos con perfiles de tecnócratas.
Por ello Mouriño es desde ayer un aspirante natural a la Presidencia. Con todo y su juventud y su escasa experiencia, el campechano hijo de padre español y madre mexicana será considerado como un fuerte candidato a suceder a Calderón para el 2012.
En países más avanzados los nombramientos de un secretario de Gobernación o un Procurador de Justicia pasan por el filtro del Congreso y son sometidos a una exhaustiva investigación que incluye ser interrogados por los senadores y diputados.
A estas alturas México debería contar con mecanismos que aseguren la designación de colaboradores con el perfil y los conocimientos adecuados para los cargos públicos.
Es hora de limitar esa facultad constitucional que permite a los presidentes designar a sus amigos cercanos e incluso a sus amantes en cargos clave como ya ocurrió en el pasado.
A final de cuentas estos hombres o mujeres que se convierten en poderosos de la noche a la mañana, viven del erario público y deben servir al país antes que al presidente en turno.
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