EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Cambios: el bueno, el malo y el bello

Jorge Zepeda Patterson

Hace una semana en este espacio insistí en la necesidad de realizar cambios dentro del desdibujado Gabinete que padecimos durante el primer año. A mi juicio se requería el reemplazo de algunos secretarios que no daban el ancho y la convocatoria a los mejores hombres y mujeres posibles para hacerse cargo de las tareas de Gobierno. Siete días después Calderón ha efectuado tres cambios, ciertamente, pero no necesariamente para colocar a las personas idóneas. La designación del administrador Ernesto Cordero en Sedesol y el ex gobernador Patrón Laviada en la Procuraduría de Protección al Ambiente, reflejan un profundo desdén de parte del Presidente a dos sectores clave para el futuro de país: la desigualdad social y la ecología. Por su parte, el nombramiento de Camilo Mouriño en la Secretaría de Gobernación es una decisión valiente, quizá temeraria, pero clave en las aspiraciones de Calderón para precipitar los cambios políticos.

Comencemos por el caso de “el bello”, Camilo Mouriño. Es la primera vez en muchas décadas que un Presidente opta por un supersecretario. “Iván” se convierte de facto en un primer ministro con la triple función de ser el jefe operativo del Gabinete; conducir la relación con los actores políticos (partidos, gobernadores y Poder Legislativo); y coordinar el aparato de seguridad nacional. Las dos primeras tareas ya las hacía, pero ahora tendrá los recursos jurídicos e institucionales del ministerio más poderoso de la Administración pública.

Hasta ahora los presidentes tenían en el secretario de Gobernación a un operador de primer piso, a un pararrayos, pero mantenían una relativa distancia, una especie de red de protección. Con Miguel de la Madrid el verdadero conductor político era Emilio Gamboa, su secretario particular; algo similar sucedió con Carlos Salinas y el poder que adquirió José Córdoba Montoya; Zedillo intentó hacer de Moctezuma su Camilo Mouriño, pero la operación política acabó siendo conducida por su secretario particular Liébano Sáenz. Y en el caso de Vicente Fox, nadie pone en duda que Marta Sahagún fue mucho más decisiva que Santiago Creel, secretario de Gobernación, quien no pertenecía al grupo compacto del guanajuatense. En ninguno de esos sexenios el verdadero poder residió en Bucareli. De igual forma, Ramírez Acuña era el fusible en Gobernación para absorber las descargas y las presiones políticas. Ahora, al colocar a su brazo derecho en Gobernación, Calderón trabajará por vez primera sin fusibles.

Esta designación arroja ventajas y desventajas para el Presidente. Al actuar directamente, sin intermediarios, a través de su hombre de confianza, el Presidente acelera la agenda política. Ramírez Acuña ciertamente era un pararrayos, pero también una sala de espera en el desarrollo de esa agenda. Calderón tiene prisa y con razón. Mouriño destrabará muchos temas por la sencilla razón de que toda llamada suya a un gobernador, toda promesa a un legislador, será considerada como una declaración del propio Calderón. Pero justamente también allí reside su desventaja. Todo desliz, exabrupto o error del secretario de Gobernación será una factura a pagar por el Presidente. Si Mouriño falla, Calderón lo padecerá en sus índices de aprobación y eventualmente habrá de sacrificar a su mejor hombre, como le sucedió a Zedillo con Moctezuma.

En todo caso, el Presidente parece tener una fe ciega en su delfín. Algo debe de conocerle. Y sin duda, sería lamentable subestimarlo. Si bien es cierto que el poder que hoy ostenta no guarda relación con su trayectoria previa o su edad (37 años), no puede ignorarse que coordinó al equipo compacto que convirtió a Calderón, un candidato improbable, en presidente electo. Es un mérito político que obliga al beneficio de la duda. En sus primeras entrevistas revela articulación verbal y un gran control emocional, aunados a una notable falta de carisma. Con mala leche, Muñoz Ledo dice que despide un cierto aire de “Gestapo”. Lo cierto es que proyecta una imagen de eficiencia, capacidad y dureza.

Si Mouriño es el bello (lo cual ha llevado a Kathia dÁrtigues a decir que el 2012 pinta para ser una pasarela entre galanes con Ebrard, Peña Nieto y Mouriño), Ernesto Cordero, el nuevo secretario de la Sedesol, es el bueno. Un nerd de las finanzas y la administración; un técnico puro fascinado por las matemáticas. Una excelente persona que podría convertirse en un pésimo responsable de la agenda social del país. En los últimos dos años las administraciones panistas han impuesto criterios procedentes de la Iniciativa Privada para operar el gasto social. Las organizaciones sociales son obligadas a burocratizarse para responder a nuevos criterios de evaluación, sistemas contables y de cómputo, esquemas ISO9000. Todo el que haya tenido contacto con campesinos, sectores desprotegidos y ONGs sabe que los programas sociales tienen éxito en la medida en que los destinatarios comparten los criterios y hacen suya la propuesta. La orientación y evaluación del gasto social no puede ser establecida con criterios emanados de una hoja de cálculo. La ausencia de vocación de Cordero y su fama de celador del dinero, arrojan serias dudas sobre el interés o la sensibilidad de Calderón en este tema.

Patricio Patrón Laviada es “el malo” de esta tercia nombramientos. Su designación como procurador del Medio Ambiente parece una mala broma. En su periodo como gobernador en Yucatán fue cuestionado por el Poder Legislativo por su inclinación a la deforestación de la Península. Se entiende que pertenece al grupo político de Calderón, pero las siguientes generaciones no tienen la culpa de sus arreglos. Los hoteleros que combaten al manglar celebraban ayer el nombramiento de uno de los suyos como responsable de cuidarlos: el cliente a cargo de la cantina.

Tres cambios polémicos por una razón u otra. Sin duda, un “manotazo” del presidente a su propia Administración. Para bien o para mal, será un Gabinete más depurado, más calderonista. Lo de Mouriño en Gobernación es atrevido y retador; lo de Cordero en Sedesol es preocupante y amenazador. Lo de Patrón Laviada en el medio ecológico es, simplemente, indignante.

(www.jorgezepeda.net)

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 325818

elsiglo.mx