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Carga del blanco

Jaque mate

Sergio Sarmiento

“Asume la carga del hombre blanco… saciar el hambre del pobre y derrotar a la enfermedad”.

Rudyard Kipling

Los países ricos del mundo han gastado 2.3 billones (millones de millones) de dólares en ayuda a los países pobres desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ésta es quizá la mayor transferencia de dinero en la historia de la humanidad. Sería equivalente a haber dado cinco mil dólares a cada familia en pobreza extrema en el mundo.

Pero ¿cuál ha sido el resultado en el combate a la pobreza de esta transferencia gigantesca de recursos? Simplemente cero.

La lectura del libro The White Man’s Burden (La carga del hombre blanco; Oxford University Press, 2006) de William Easterly, un ex funcionario del Banco Mundial, debería ser obligatoria para todos los políticos y los burócratas internacionales que han ganado sueldos generosos y frecuentes viajes en primera clase para administrar la ayuda del mundo rico a los pobres. Este volumen debería ser también lectura obligatoria para los burócratas mexicanos que han hecho su patrimonio administrando miles de millones de pesos de gasto social para los mexicanos en pobreza extrema.

El término “la carga del hombre blanco” procede de Rudyard Kipling, el escritor inglés nacido en la India, autor de El libro de la selva, quien justificaba el imperialismo británico con el argumento de que el “hombre blanco” tenía una obligación moral de ayudar a los pueblos más primitivos.

Ésa es la filosofía detrás de los grandes programas de ayuda internacional. Mantienen contentos a los “hombres blancos”, a los ricos del mundo, y los hacen pensar que “algo se está haciendo” para resolver el problema de la pobreza del mundo. Pero “establecer objetivos utópicos –escribe Easterly— significa que los funcionarios de las agencias de ayuda se concentrarán en tareas imposibles en lugar de abocarse a tareas posibles que lograrán algún beneficio”.

Lo anterior no significa que no se pueda combatir la pobreza en el mundo. Sólo que para esto no sirve la ayuda internacional. “Mientras los burócratas de los países ricos estaban discutiendo si había que aumentar la ayuda extranjera en 50 mil millones de dólares para todos los países pobres, los ciudadanos de sólo dos naciones —India y China— estaban generando un aumento de ingresos por sí mismos de 715 mil millones cada año”, señala Easterly.

El país africano típico recibió 15 por ciento de su ingreso de ayuda extranjera en los años noventa; sin embargo, su nivel de ingresos bajó en vez de subir. No es imposible que un país africano mejore su situación, pero esto sólo puede lograrse con buenas políticas internas. Botswana, por ejemplo, registró una tasa de crecimiento de 6 por ciento al año en cuatro décadas debido a que mantuvo buenas políticas durante ese período y a pesar de haber recibido poca ayuda extranjera. Los países africanos que más subsidios recibieron, sin embargo, se hundieron más en la pobreza.

Los países en desarrollo que han recibido menos ayuda han aumentado su ingreso 2.5 veces en las últimas cuatro décadas. China es un ejemplo notable a partir del momento en que abandonó las políticas comunistas. Chile, que no recibió ayuda por su régimen autoritario de los años setenta y ochenta, ha tenido un despegue económico excepcional que ha hecho ahora innecesario recibir ayuda. Bolivia, en cambio, es uno de los países latinoamericanos que han recibido mayor ayuda extranjera y préstamos del FMI y del Banco Mundial y como consecuencia su economía es un desastre.

En un estudio publicado en 1995 por Peter Boone, de la London School of Economics, se demuestra que la ayuda extranjera “financia el consumo y no la inversión”. Esto parece explicar por qué la ayuda trae tan pocos beneficios para la población de los países pobres. La ayuda externa, afirma Easterly, de hecho ayuda a que se mantengan en el poder regímenes autoritarios y malos administradores, lo cual perjudica en el largo plazo a las poblaciones de los países pobres. En 2005 Raghuram Rajan y Arvind Subramanian del Fondo Monetario Internacional no encontraron ninguna correlación entre la ayuda exterior en el crecimiento de los países pobres en la información estadística disponible.

Los pueblos que han logrado salir de la pobreza en el último medio siglo lo han conseguido ayudándose a sí mismos. Esto no significa que no haya habido algunos programas de combate a la pobreza con consecuencias positivas. Algunos han tenido un éxito limitado. Pero la realidad es que la mayor transferencia de recursos en la historia, los 2.3 billones de dólares gastados por los países ricos en ayuda a los pobres, simplemente no han servido para aliviar la carga del hombre blanco.

BERRINCHE HABITUAL

El PRD hizo su berrinche habitual: tomó la tribuna y cuestionó la honestidad del diputado del Partido Verde electo para presidir la Comisión Mouriño, Carlos Puente Salas, quien con dignidad prefirió renunciar al cargo antes que prestarse al juego perredista. Un nuevo verde, Xavier López Adame, asumió la presidencia de la comisión, pero el berrinche continuó. Los diputados del PRD prefirieron salirse del pleno y no participar en la comisión en protesta porque ésta no se estableció en los términos que ellos exigían. ¿Cuándo tendremos en México una izquierda democrática e inteligente? ¿Por qué no podemos tener a un Felipe González, a un Ricardo Lagos, a un José Luis Rodríguez Zapatero o a una Michelle Bachelet? ¿Por qué nuestra izquierda quiere limitarse a imitar a Hugo Chávez?

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