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Censura del INAH

Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“La primera condición del progreso es la

eliminación de la censura”.

George Bernard Shaw

No fue censura, dicen los funcionarios del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Marcelo Ebrard fue invitado “a un foro que no existía”. El INAH, explica el director Alfonso de Maria y Campos, dio permiso para la realización en el alcázar del castillo de Chapultepec de una reunión del Sindicato de Trabajadores Manuales de la institución, pero no para un foro abierto en el que se discutiría la reforma petrolera. Nadie le pidió permiso al INAH para ese foro.

Aun suponiendo que la información fuera estrictamente cierta, la batalla política ya la ganó Ebrard. De poco ha servido al director del INAH y a otros funcionarios de la institución referirse constantemente al jefe de Gobierno de la Ciudad de México como “nuestro amigo” y enfatizar que tienen una buena relación con él. La impresión generalizada es que el INAH —o alguno de sus funcionarios— intervino para impedir que se realizara una discusión sobre la reforma energética.

La versión del INAH, de hecho, parece bastante débil. No se entiende por qué, si dio permiso para una reunión interna del sindicato de la institución en el alcázar del castillo de Chapultepec, no la podía extender a un foro en el que habrían de participar representantes de otros sindicatos y políticos como Ebrard. De María y Campos ha dicho que la razón es que el lunes es un día en el que no opera el castillo y por lo tanto no se podían proporcionar los servicios necesarios. Pero ¿por qué habría el INAH de ofrecer servicios adicionales a los que habría requerido la reunión del sindicato?

Los esfuerzos del director del INAH por convencer a propios y extraños de que no se ejerció una censura en contra de Ebrard, o del foro sobre la reforma energética convocado por el Sindicato Mexicano de Electricistas y el Sindicato del INAH, han resultado —me parece— infructuosos. Este escándalo, por otra parte, surge apenas unos días después de que la institución cometió otro aparente acto de censura, en contra de la Secretaría de Turismo de Hidalgo en su campaña por promover ese estado con imágenes de la actriz Irán Castillo frente a algunos atractivos históricos de la entidad. En aquel caso, el INAH detuvo en un principio los anuncios en que se presentaba a la actriz con los pechos aparentemente desnudos para después argumentar que el problema no era los senos sino el que ella se encontraba frente a monumentos históricos. Al final el INAH aprobó otras fotos, en que la actriz seguía estando frente a los monumentos, pero ya sin mostrar los pechos, lo cual demuestra que los criterios de aprobación son subjetivos.

Lo que hay preguntarse en este momento es qué facultades queremos los mexicanos que tenga el INAH. El instituto ha recibido el encargo de cuidar los monumentos históricos y arqueológicos de nuestro país, pero difícilmente cuenta con la capacidad para realizar este trabajo de manera adecuada.

Según un informe del INAH entregado en la Cámara de Diputados en octubre de 2007 (Reforma, 17 junio 2008), el país cuenta con 38 mil sitios prehispánicos, pero sólo con 380 arqueólogos. A éstos hay que añadir decenas de miles de monumentos coloniales y posteriores. No hay realmente manera en el INAH pueda dar atención académica o de resguardo a tantos lugares de interés arqueológico o histórico.

El INAH, sin embargo, parece tratar de compensar esta falta de capacidad para hacer su verdadero trabajo con acciones para restringir el uso de lugares históricos. La institución mantiene el criterio de que debe impedir el empleo de los monumentos para propósitos comerciales o para películas de ficción. “Las zonas arqueológicas o históricas no deben ser usadas como escenografía”, me decía recientemente el vocero de la institución, Benito Taibo. Incluso el rodaje de una película como El código Da Vinci, que utiliza el museo del Louvre y otros monumentos de París como escenografía y que ha llevado a un aumento del interés turístico en la capital francesa, no habría sido permitido en México según Taibo.

Yo no sé si el INAH quiso censurar o no a Ebrard, aunque desde el punto de vista político no hay duda de que el jefe de Gobierno de la Ciudad de México le ganó una nueva batalla al Gobierno Federal al difundir la idea de que hubo un intento de acallar un foro sobre la reforma petrolera.

Pero el tema de fondo es otro. El INAH no debería estar en posición de permitir a su sindicato usar el alcázar de Chapultepec para una reunión interna, pero no para un foro de debate. Tampoco debería estar en el negocio de impedir el uso de monumentos históricos como escenografías. Su propósito debería ser preservar el patrimonio arqueológico e histórico y fomentar el que se use constantemente –en anuncios, películas y demás— con el fin de mostrar la riqueza cultural de nuestro país en México y en el exterior.

RESCATE DEL ISSSTE

La Suprema Corte tomó ayer una decisión crucial para el futuro no sólo del ISSSTE sino de México. Al fallar, por ocho votos contra dos, que el nuevo Sistema de Pensiones del sector público no implica una aplicación retroactiva de la ley, como había argumentado el propio ministro presidente Guillermo Ortiz Mayagoitia, abrió las puertas para rescatar todo el sistema público de pensiones. De haber tomado la decisión contraria, la Corte habría condenado a la quiebra no sólo al ISSSTE sino a todo el Estado mexicano.

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