“En política, nada pasa por accidente. Si pasa, puedes apostar que así se planeó.”
Franklin D. Roosevelt
¿Fue la reforma petrolera realmente una apertura importante que permitirá aumentar la inversión privada y la producción en nuestro país, como afirman Pemex y la Secretaría de Energía? ¿O ha sido una reforma demasiado limitada que no permitirá un verdadero crecimiento en la inversión y la producción?
Ya no se trata de especular o hablar en términos ideológicos. La primera prueba de fuego concreta de la reforma petrolera se aproxima. Este 16 de diciembre Pemex dio a conocer la convocatoria para la realización de los trabajos de perforación y terminación de 500 pozos de desarrollo en la zona de Chicontepec. Estos contratos, que se están ofreciendo abiertamente a empresas privadas, deberán firmarse, si todo marcha bien, el 20 de marzo de 2009.
Chicontepec, en el sur de Veracruz, es una de las zonas con mayores reservas de petróleo en nuestro país. De hecho, se calcula que la región contiene el 39 por ciento de las reservas nacionales. El problema es que los hidrocarburos de Chicontepec se encuentran en yacimientos pequeños, con poca presión, mezclados con roca y en suelos de baja permeabilidad. Las dificultades de extraer cantidades importantes de petróleo en estas condiciones son muy importantes.
Pemex ha señalado que planea lograr en Chicontepec una producción de unos 600 mil barriles diarios para 2021. La región hasta ahora sólo produce unos 30 mil barriles. Para llegar a ese objetivo, sin embargo, sería indispensable perforar unos 15 mil pozos y Pemex no lo puede hacer por sí solo. De ahí su convocatoria para que los pozos sean perforados y operados por empresas privadas.
La explotación de petróleo en Chicontepec será mucho más cara y menos productiva que la de yacimientos de aguas someras, como Cantarell, que nos han dado hasta ahora la mayor parte del petróleo que consumimos y exportamos. ¿Qué tan cara? Algunos comentaristas en los medios han hablado de hasta 100 dólares por barril, lo cual haría improductiva la inversión con los actuales precios. Pero esta cifra parece exagerada. En 2007 el costo de producción promedio del barril de petróleo de Pemex era de 4.36 dólares por barril, según la propia empresa, la cual considera que los costos de Chicontepec serán tres o cuatro veces superiores a Cantarell. Estaríamos hablando, pues, de un máximo de unos 20 dólares por barril.
Incluso con el precio actual de la mezcla mexicana de exportación, que este 16 de diciembre se cotizó en 35.43 dólares por barril, hay suficiente margen para lograr una producción rentable. A este nivel de costos, sin embargo, es importante que el petróleo se extraiga con eficiencia. Si hay un aumento en el precio de los hidrocarburos, la producción sería por supuesto más rentable.
Los contratos que se están licitando son el primer esfuerzo por aprovechar las nuevas reglas aprobadas en la reforma petrolera. Las empresas que participen no podrán obtener un porcentaje del petróleo que encuentren, como ocurre en todo el mundo, aunque sí podrán recibir incentivos si encuentran yacimientos. Estos contratos no habrían podido existir si Andrés Manuel López Obrador hubiera podido imponer sobre el Congreso sus famosas “12 palabras” (que en realidad eran 15): “No se suscribirán contratos de exploración que contemplen el otorgamiento de bloques o áreas exclusivas.” Pero aun sin este candado, no hay certeza de que los contratos no sean objeto de cuestionamientos legales.
Habrá que ver si hay suficiente interés de las empresas petroleras del mundo por participar en contratos tan limitados como éstos en una zona donde hay bastante petróleo, pero de difícil y costosa extracción. La apuesta para evitar que México se convierta en un importador neto de hidrocarburos pasa, necesariamente, por estos contratos.
Si las licitaciones de Chicontepec tienen éxito, habrá llegado el momento de licitar zonas para la exploración y explotación de petróleo en aguas profundas. Estos contratos serán mucho más onerosos y riesgosos que los de Chicontepec. Si no se encuentra petróleo en una determinada perforación, Pemex tendrá que correr con las pérdidas, al haberse mantenido la prohibición de tener contratos de riesgo.
Al parecer Pemex y la Secretaría de Energía han detectado ya interés de compañías privadas con la capacidad necesaria para perforar pozos de exploración y producción bajo la nueva ley. Si esto es así, pronto veremos una multiplicación de licitaciones. El gran problema surgiría si, por los precios bajos, las limitaciones a los contratos y la restricción crediticia, no se logra el número suficiente de proyectos para generar una producción que reemplace la que estamos perdiendo en Cantarell. Entonces habría que pensar en una reforma petrolera mucho más ambiciosa.
DESDE EL CENTRO
Carlos Navarrete, el coordinador de los senadores del PRD, tiene toda la razón. Las elecciones se ganan desde el centro, no desde los extremos. El error de Andrés Manuel López Obrador fue empujar al PRD al radicalismo una vez que perdió la elección de 2006 (porque como jefe de Gobierno se movió al centro). El reto del nuevo PRD de Jesús Ortega es regresar al centro izquierda, desde el que no sólo se pueden ganar elecciones sino dar a los más pobres un mejor nivel de vida.
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