Resulta evidente que México se empeña en seguir siendo pobre. La mayoría de las acciones de los gobiernos de los últimos 35 años ha estado destinada a perpetuar el atraso y la marginación de una buena parte de la población. Y seguimos en las mismas, desperdiciando recursos y tiempo mientras el resto del mundo nos pasa por encima.
Un ejemplo de ello es lo que hemos hecho con los excedentes petroleros. Aquí, la bonanza que han traído los altos precios de los hidrocarburos se ha ido fundamentalmente a Gasto Corriente: a mantener burócratas parásitos e improductivos, y a darle atole con el dedo a los sátrapas que se hacen llamar gobernadores. ¿Inversión productiva? ¿Infraestructura moderna? ¿Creación de capital humano? ¿Para qué? Hay que gastarse el dinero ahora que hay, en vez de crear una base fiscal que permita recaudar lo mismo, ahorrando el excedente para los tiempos de vacas flacas.
Que es lo que hace, por ejemplo, Noruega. De los excedentes por las ventas de petróleo del Mar del Norte (que para Noruega está al Sur, pero en fin), los noruegos reservan la mitad para hacer cochinito para el futuro. De eso no tocan ni un cinco, sabiendo que tarde o temprano se acabará la riqueza que lo produce. Mejor guardarlo para las nuevas generaciones. Que Noruega sea ahorita, dejen ustedes en el futuro, una de las sociedades más exitosas de la historia humana, no parece influir en su decisión de ahorrar hoy para el mañana.
Otra materia prima cuyos precios han subido bastante en los últimos años ha sido el cobre. Y Chile, uno de los principales productores de ese metal, también le va a sacar raja a los excedentes inesperados. ¿Cómo? Creando un fondo de seis mil millones de dólares, a depositarse en el extranjero para que no fomente inflación. Con los intereses generados, se becará de todo a todo a 6,500 estudiantes chilenos por año, en universidades norteamericanas, europeas y australianas. Ah, eso sí, nada de ir a estudiar administración, derecho o alta jardinería: los becados deberán cursar estudios en ciencia y tecnología, para que lleven de regreso conocimientos de última generación que le terminen de dar el empujón a Chile hacia el Primer Mundo.
Así, en vez de mantener burócratas parásitos hoy, Chile le apuesta a la educación y la productividad del futuro. Sin botar el dinero, sin manejarlo de acuerdo a mezquinos intereses partidistas, que parece ser el único parámetro en México. Y viendo hacia el futuro, no hacia el pasado como se empeñan en hacerlo en este país… que por lo mismo, siempre estará retrasado, y en manos de retrasados.
De esa manera, una vez más Chile demuestra cómo un país latinoamericano puede salir del subdesarrollo: con visión, generosidad y dejando atrás las querellas e inquinas que tanto daño nos hacen. A ver cuándo seguimos su ejemplo.