Hay evidencias de que Internet está ya saturada de menesterosos y que muy pocos reciben dinero. Sin embargo, hay excepciones si la historia es la correcta. (Archivo)
La mayoría no se sentiría cómodo extendiendo la mano en una esquina de la ciudad, en cambio, no tiene reparo en escribir su petición en Internet.
Limosneros han deambulado por las calles desde que éstas eran de lodo, pero la mayor proliferación de pedigüeños ha tenido lugar en Internet, donde puede encontrarse decenas de miles de ellos, especialmente en los últimos años.
Muchos están desesperados: sus peticiones de dinero para pagar la hipoteca o la cuenta de electricidad están salpicadas de mayúsculas y signos de exclamación.
Otros son gente de clase media que simplemente quiere lo que no tiene: dientes bonitos o senos más grandes; un anillo de compromiso para Katy, o una Hummer roja para un tipo llamado Ed.
La mayoría no se sentiría cómodo extendiendo la mano en una esquina de la ciudad. En cambio, no tiene reparo en escribir su petición en uno de los muchos sitios Web que han surgido con ese propósito.
“Es mucho menos vergonzoso”, indicó Scott Keller, un administrador de bases de datos de 46 años, desempleado y con tres hijos, que se esfuerza por hacer el siguiente pago de su hipoteca.
“No me imagino parado en la calle con un letrero. Ni siquiera en mis pesadillas. La gente puede sacar conclusiones degradantes de lo que escribo, pero no tengo que verla cara a cara”, explicó.
Pero con tanta gente pidiendo ayuda -un solo sitio savemesites.com, alberga a 19 mil 490 pedigüeños-, ¿realmente funciona? ¿Si está desesperado, alguien lo ayudará?
Karyn Bosnak, una compradora compulsiva de Nueva York con un gusto especial por Prada, es considerada la madre de la ciberlimosna.
En 2002 era un ejecutiva de televisión desempleada con una deuda de tarjeta de crédito de 200 mil dólares. Lanzó la página, savekaryn.com, pidiéndole a todos darle uno o dos dólares para ayudarle a pagar su deuda.
Su singular petición le hizo ganar una aparición en el programa de entrevistas “The Today Show”. En seis meses, gente de todo el país le había enviado más de 13 mil dólares. Luego firmó un contrato para escribir un libro y acaba de terminar su segunda obra como novelista.
Qué tanto funcionan estos sitios es materia de debate. Hay evidencias de que Internet está ya saturada de menesterosos y que muy pocos reciben dinero. Sin embargo, hay excepciones si la historia es la correcta. La mejor fórmula: pedir dinero para agrandarse los senos.
Dos tipos de California crearon un sitio, myfreeimplants.com, en el que se solicita dinero para pagar los implantes de seno de quienes se inscriben. Se inspiraron en una mesera que empezó a pedir más propina para pagar sus implantes. Una chica de 28 años de Tampa, Jessica Levine, logró así obtener una parte de los 7 mil 500 dólares que necesitaba para operarse.
Actualmente el sitio genera 300 mil dólares mensuales. En 2006 los donantes financiaron seis cirugías. Un año después, el número se disparó a 100 y han financiado otras 100 en lo que va de este año.
Al parecer, el sitio es a prueba de recesiones, indicó uno de sus fundadores, Jay Moore, un residente de San Francisco de 30 años. “Pensamos que encontramos un tema que la interesa a la gente”.