Las cintas Palermo Shooting y Entre les Murs fueron duramente cuestionadas. (Fotografías de EFE)
Las cintas Palermo Shooting y Entre les Murs fueron las encargadas de cerrar la jornada de Cannes, sin embargo ninguna de las dos lograron convencer.
El director alemán Wim Wenders afirmó que el cine es mostrar todo lo que la imaginación puede crear y eso debe hacerse de una manera personal, que es la única forma de que el cine sobreviva.
Wenders explicó en una rueda de prensa en el Festival de Cannes, donde ha presentado en competición oficial Palermo Shooting, que “el cine es algo extremadamente vivo” que “puede sobrevivir y ser sólido” pero para ello debe huir de las fórmulas convencionales.
El alemán -premiado con la Palma de Oro en Cannes en 1984 por Paris, Texas, defendía así la poco convencional historia que cuenta en Palermo Shooting, que es una vuelta a los filmes que hizo a finales de la década de los ochenta o en los noventa, como su celebrado El Cielo Sobre Berlín (1987).
Su nuevo filme es la historia de Finn, un fotógrafo de éxito internacional que está “perdido”, sin sitio definido y aislado, siempre con sus cascos escuchando música y que encuentra en Palermo a una joven (Giovanna Mezzogiorno) que le entiende.
“He perdido toda la confianza en la estructura clásica” de las películas, dijo Wenders, que abogó por “leer entre líneas”, por hacer un cine “con esa calidad extraordinaria de ayudarnos a ver las cosas”.
Al respecto, indicó que está en contacto con mucha gente joven y la industria cinematográfica “no entiende que lo que cuenta para los jóvenes es que se muestre una visión personal”.
Y personal es obviamente la película de Wenders, en la que el fotógrafo se enfrenta a la muerte (representada por Dennis Hopper) en Palermo, la ciudad que, a juicio del director, mejor podría representar este hecho.
Por otro lado, el director francés Laurent Cantet presentó en la competición oficial Entre les Murs, una película poco novedosa y un tanto repetitiva que trata la problemática de la inmigración y la integración de los hijos de los inmigrantes en las escuelas.
Y lo hace escogiendo a adolescentes de 14 y 15 años, en los que confluyen los problemas típicos de su edad con los más duros de la realidad de la inmigración en Francia.
Bien interpretada tanto por los jóvenes actores como por los profesores, el filme se centra en lo que ocurre en un aula particular, la de la clase de francés.
Interminables discusiones entre el profesor, François Begaudeau (que es también el autor del libro en el que está basada la película), problemas universales de la adolescencia y la inmigración y una narración demasiado lineal hacen que el filme resulte al final aburrido.
Tras la proyección, Cantet explicó en una rueda de prensa que le interesaba hacer una película sobre el mundo de los jóvenes en la sociedad actual y que pensó que el libro de Begaudeau “aportaba un material” que él no tenía.