Cine de alta velocidad
Entre los grandes tópicos del cine de acción (combates, huidas, explosiones etcétera), se encuentran las persecuciones automovilísticas, en donde el asfalto, la velocidad y las maniobras temerarias son los elementos principales. Es cierto, a veces es un recurso para adicionar adrenalina a un argumento endeble, pero realizadas con maestría se convierten en parte memorable de la película. De paso, otorgan un toque de leyenda a los modelos de coches elegidos. En la galería inolvidable están Grand Prix (1966), de John Frankenheimer; las clásicas aventuras de James Bond, que conduce máquinas de acero sobre el pavimento, el hielo o el mar.
La huida interminable de Kowalski (Barry Newman) en Vanishing point (1971), de Richard Sarafian. Los robos de autos en las dos versiones de 60 segundos, la desquiciante carrera en sentido contrario al tránsito de dos agentes federales en Vivir y morir en Los Ángeles (1985), de William Friedkin.
La lista es larga, pero vale la pena mencionar el reciente filme de Quentin Tarantino: Death proof, un homenaje a todas estas películas.
Bullit (Peter Yates, 1968)
Considerada la mejor persecución sobre ruedas en la historia del cine. La referencia por excelencia, imitada, homenajeada e incluso parodiada.
El desaparecido Steve McQueen, verdadero amante de la velocidad y los autos, conducía un mítico Ford Mustang GT-390 verde oscuro, por el centro de San Francisco a ritmo frenético. En algo más de siete minutos se concentraba una carga de adrenalina de proporciones legendarias: McQueen, enfundado en la piel del teniente Frank Bullit, tras dos desalmados que viajaban a bordo de un Dodge Charger R/T 440 Magnum color negro. La experiencia de piloto de McQueen imprimió el sello de realismo que estremeció la pantalla, con el sonido ensordecedor de motores V8.
Contacto en Francia (William Friedkin, 1971)
Una espectacular cacería en las entrañas de Nueva York se ubica en el segundo lugar entre las preferidas por los cinéfilos. Al volante: los detectives de narcóticos Popeye (Gene Hackman) y Buddy (Roy Scheider), tras la pista de la mafia francesa y un anunciado desembarco de mercancía ilícita.
Las calles se transforman en un campo de batalla entre ambos bandos; los héroes, acorazados en un Pontiac LeMans persiguen hasta los límites de la ciudad al principal sospechoso, que viaja en un tren elevado. El realismo logrado es de infarto y nada gratuito: no había extras ni calles cerradas para la filmación. Lo que se ve en pantalla: destrozos, cortinas de polvo, la angustia de los conductores y los rostros de espanto de los transeúntes ante el avance del bólido no son actuados ni estaban preparados; ni siquiera el impacto al vehículo estacionado que se aprecia a mitad de la secuencia.
El dueño del auto estaba trabajando a pocas calles y la producción pagó la compostura.
Ronin (John Frankenheimer, 1998)
El Audi S8 que maneja Robert de Niro, nos obsequia kilómetros de emoción. La coreografía automovilística es impecable y para ello la producción “sacrificó” alrededor de 80 vehículos. La acción al volante transcurre en las calles de París y Marsella, a ritmo trepidante. El piloto de Fórmula 1 Jean- Pierre Jarier participó como uno de los 34 dobles en las arriesgadas carreras en medio del tránsito urbano. Y todo, para que un grupo de mercenarios de distintas nacionalidades roben una caja metálica. Durante la etapa de postproducción en América, se mandaron traer modelos de autos europeos para obtener el sonido preciso de los motores.
Bourne: Identidad Secreta (Doug Limman, 2002)
Un Mini Cooper en acción. Bourne, el agente amnésico (Matt Damon) y Marie (Franka Potente) escapan de la policía, encontrando recovecos en las calles parisinas. Por la trilogía transitan varias persecuciones: en la segunda parte, en Moscú, Damon maneja un taxi Gaz Volga contra patrullas y motos policiales. En Bourne: el ultimátum (2007), la escapada es en Nueva York en un Volkswagen Touareg.
La Estafa Maestra (Gary Gray, 2003)
El Mini Cooper es la gran estrella en las dos versiones de esta película. La primera, de 1969, con Michael Caine y la segunda con Mark Wahlberg. Para vengar la traición de uno de sus miembros y recuperar un botín, una banda de ladrones provoca un caos vial en Los Ángeles. Los Mini Cooper entran a escena en callejuelas, túneles, caminos casi inaccesibles y en el interior de una estación del Metro. Para no utilizar demasiados dobles, el elenco (Mark Wahlberg, Charlize Theron, Jason Statham y Mos Def) recibió un curso intensivo de manejo.
Matrix Recargado (Andy y Larry Wachowski, 2003)
Dicen que cualquier persecución que rebase los 10 minutos en pantalla despierta sospechas sobre la existencia de un guión sólido, pero la secuencia que protagonizan Morpheus, Trinity, El Cerrajero, y los dos gemelos letales, es de antología. Los bólidos elegidos son: para el bando de los buenos, un Cadillac CTS y para los malos una camioneta Cadillac Escalade. Transcurridos cinco minutos de carrera, Trinity se sube a una Ducati en compañía de El Cerrajero y su expresión de horror. Siete minutos más de locura, hasta el momento en que dos camiones chocan de frente y colapsan descomunales cajas de acero.
Meteoro (Andy y Larry Wachowski, 2008)
La adaptación fílmica, basada en el popular cómic de Tatsuo Yoshida de 1967, es un recorrido virtual a alta velocidad. Emile Hirsch interpreta a Meteoro, un jovencito que aspira a ser corredor profesional en una pista con estética de videojuego. El filme recorre senderos ficticios a velocidades casi imposibles, gracias a los experimentados maestros de la imagen que construyen delante de un croma verde una fascinante aventura.