Coinciden en cartelera tres películas que forman una escala de apreciación descendente sobre la eficacia de los servicios de inteligencia y espionaje.
Inicia en el punto más alto, que sería la sobrenatural efectividad de James Bond. Los métodos de investigación y ejecución del 007 son virtualmente infalibles, y pese a que su nueva encarnación le atribuye cierta vulnerabilidad emocional, compensa al personaje del espía con un nuevo grado de agilidad y fortaleza.
Luego, bajando por la escala encontramos Traidor, un muy buen thriller de terrorismo y contraterrorismo, en que las técnicas de los extremistas y sus perseguidores lucen realistas, con una buena mezcla de herramientas tecnológicas modernas y antiquísimas estrategias de engaño y distracción. Lo que vemos en Traidor luce plausible, con dos fuerzas motivadas y astutas, que utilizando los amplios recursos de que disponen, se trenzan en una lucha que puede inclinarse hacia cualquiera de los bandos.
Y luego, abajo, está Quémese Después de Leerse, una cinta en que los conspiradores quieren comportarse como agentes secretos internacionales, sin el entrenamiento ni el IQ necesarios, mientras sus no mucho más brillantes contrapartes de la CIA y la Policía alternan entre la burocracia soporífera y los irreflexivos arranques asesinos.
¿Cuál de las tres visiones es la correcta? Como confío más en la inteligencia y el historial de los hermanos Cohen, que en los de la CIA, creo que la percepción de los cineastas es más apegada a la triste, torcida y estúpida realidad.
Quémese Después de Leerse es una comedia muy, muy divertida, aunque desalmada y negrísima, que por su tono se acerca más a los dramas de los Cohen, como Fargo y Sin Lugar Para Los Débiles, que a sus comedias emotivas, como Educando a Arizona, o fallidas, como El Amor Cuesta Caro. Incluso la música, que por su solemnidad podría tomarse como un contrapunto chusco, por momentos suena dolorosamente ad hoc.
La película entreteje las historias de seis personajes, cuatro de ellos esposos, totalmente embebidos en su egoísmo y obsesiones, que por seguir imprudentemente sus manías (por el sexo, por el alcohol, por las cirugías plásticas), desencadenan intriga, persecuciones, asesinatos y el desperdicio de recursos gubernamentales en babosadas.
Las sensacionales caracterizaciones de George Clooney, Frances Mc Dormant, Brad Pitt y John Malkovich son una delicia. Pero no deje que el desfile de estrellas lo confunda. La cinta no es para todos los gustos. Usted debe tener disposición al humor negro, y sobretodo saber apreciar su componente principal: el desdén al valor de la vida humana. Ser fan de los hermanos Coen también ayuda, aunque no es requisito.
Mucho nos dice la toma inicial de la película, que es también la toma final, pero en reversa. La cinta arranca con un recorrido desde el espacio hacia la tierra, atravesando capas de atmosfera y nubes, que culmina en las oficinas de la CIA, con el agente Malkovich siendo despedido.
Esta introducción a la Google Earth implica intriga global y alta tecnología. Cuando la historia acaba, perfectamente empaquetada por su escena final, la toma revertida sugiere pequeñez entomológica. Tal displicencia hacia la raza humana, tales aires de superioridad, serían intolerables en otros guionistas y directores. Pero se trata de los Coen, que en verdad son superiores.
mrivera@solucionesenvideo.com