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Cinecrítica

Calificación: 3 estrellas de 5

LOS INQUEBRANTABLES: NO ES CRIMEN NI PECADO REPETIRSE

El viejo Kurt Vonnegut decía, cuando los críticos lo atacaban por repetir temas de novelas anteriores, que si Jesucristo hubiese vivido más de 33 años también habría empezado a repetirse (imagínese: ¡Maestro, otra vez el sermón de la montaña no, por favor!). Permítame ofrecer la misma defensa para el viejo Woody Allen, un cineasta prolífico y genial que desde el inicio de su carrera (y salvo por un invicto período mágico del 83 al 87) alterna películas extraordinarias con experimentos fallidos y cintas francamente mediocres.

Para el análisis superficial, Los Inquebrantables es un intento descarado de emular el éxito de Match Point, única luz realmente brillante entre la producción de este siglo del neoyorquino autoexiliado en Londres. Ambos casos son thrillers existenciales, con jóvenes ingleses de clase media que, luego de que la fortuna ha parecido sonreírles, encuentran que el asesinato es la cuota a pagar para el ansiado ascenso en la escala social.

La diferencia es que en la nueva cinta, la opción criminal se le presenta a una pareja de hermanos decentes y chambeadores, y proviene del chantaje de un tío que ha sido su benefactor durante toda la vida. Es un escenario totalmente distinto al del solitario trepador social amoral de Match Point. También la ambientación es distinta. Mientras al seductor de Match Point se le franquean las puertas del lujo y el privilegio gracias a su apariencia y modales, a los hermanos de Los Inquebrantables, hijos de un modesto restaurantero, apenas se les promete una mejora de condiciones a cambio de que ofrenden su alma. Lo que en Match Point es comedia negra, en Los Inquebrantables es tragedia. Como le dije, puede parecer repetición, pero lo veo más como una propuesta complementaria.

Los jóvenes hermanos de Los Inquebrantables, aunque buenos, no están exentos de fallos. El mayor tiende al bluff, mientras el menor es jugador compulsivo. Ambos defectos pueden abrir la rendija al delito para cualquier persona, pero el catalizador definitivo será la presión ejercida por la lealtad familiar, una fuerza poderosa que igual lleva a la virtud que al crimen. O en los negocios, al crimen disfrazado de virtud, como bien lo saben algunas familias sicilianas o españolas.

Y respecto al título, añada Los Inquebrantables a la larga lista de infamias cometidas por los anónimos reetiquetadores de películas, que con sorna genial o suprema ignorancia llegan a contradecir la intención misma del realizador. Cassandra’s Dream es el nombre original de la película, en alusión a la princesa griega que recibió de Apolo el don de profecía (y luego, del mismo dios, la maldición de que nadie creyera sus catastróficos augurios). El terrible cambio de nombre es un sin sentido que ni la misma princesa mitológica habría podido prever, ya que si de algo se trata la cinta es de los muchos quebrantos que irán venciendo a los hermanos.

Vale la pena ver Los Inquebrantables, una película que representa, si no brillante, sí dignamente a la vena oscura y pesimista que ha latido repetidamente a largo de toda la carrera de Woody.

mrivera@solucioneenvideo.com

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