INEPTITUD QUE REMATA
Calificación: Una estrella y media de 5
En Mentiras que Matan (Bordertown), su cinta sobre las muertas de Juárez, son tantos los defectos técnicos y las fallas de juicio en que incurre Gregory Nava que accidentalmente, con terrible ironía involuntaria, refleja la torpeza de los procesos judiciales que la policía mexicana ha efectuados sobre los mismos casos. Claro que a la ineptitud de las autoridades hay que sumar complicidades y encubrimientos (los principales elementos del coctel), mientras que los yerros de Nava permanecerán injustificados, descartando, por absurda, la teoría de que a él mismo le interese que la película fracase.
Así se pierde una fabulosa oportunidad para que la tragedia juarense dejara de ser conocida sólo por los organismos internacionales de derechos humanos y sus afiliados y simpatizantes, o por los lectores y cinéfilos afines a estas causas. El tema pudo alcanzar en esta ocasión, dentro de la cíclica atención que recibe, relevancia internacional entre un público distinto, el espectador común de multiplex, que atraído por el star power de Jennifer López, recibiera sin esperarlo una embarradita de blancuzca tierra fronteriza.
Pero no. La oportunidad se pierde. Cuando el público de la Berlinale abucheó la cinta, su queja principal fue que el tema se trivializara con un thriller. Pienso que ese no es el problema. La bronca es un thriller muy malo. De tono tremendista telenovelero, diálogos cursis y mensos, falta de ritmo, de objetivo, de coherencia, y de verosimilitud (el colmo, cuando está basada en hechos documentados) la cinta no alcanza a ser redimida por sus pocos momentos efectivos. Y para validar la vía del suspense, basta recordar Traffic, de Soderbergh, un thriller excelso que además se sumerge con claridad y elocuencia en el problema del narcotráfico, un tema mucho más complejo.
En Mentiras que Matan, Jennifer López interpreta una reportera norteamericana que investiga los feminicidios en Juárez y en cuestión de días vive la experiencia juarense completa y conoce a todos los actores involucrados (a algunos íntimamente). Víctimas, madres indígenas desesperadas, periodistas heroicos, activistas ricachonas, camioneros y aristócratas asesinos, policías corruptos, empresarios explotadores y políticos encubridores puchadores de tratados de libre comercio pasan en absurdo y veloz desfile frente a JLo para confirmar cada una de las teorías que sobre los casos se manejan.
¿Y sabe lo peor? Que lo más probable es que todas las teorías sean ciertas, y la torpe exhibición de Nava casi las desacredita, cuando menos en la película (en la realidad fue Fox quién dio el caso por resuelto). Los asesinatos siguen. En Juárez se da la tormenta perfecta de migración, anonimato, corrupción e impunidad, que en el océano de inequidad económica y de género, devora a miserables mujeres y niñas de catorce años y menos. Ellas, que necesitan sumar sus cientos o miles de secuestros y asesinatos para alcanzar al igualmente trágico, (pero de mucha mayor convocatoria mediática y política) caso Martí, ven perdida una oportunidad dorada. Su chance de acceder como cooperativa de ultrajadas al mismo influyentismo de ultratumba, se esfuma. Adiós gran público. Quedan los documentales, buenas películas como Señorita Extraviada, Bajo Juárez y Border Echoes, para esos que quieran batallar para encontrarlas. Esos los pocos, los preocupados, los solidarios.
mrivera@solucionesenvideo.com