El asesinato del documental del asesinato del Presidente
Calificación: 2 estrellas y media de 5
El 19 de octubre de 2007, luego de dirigir un discurso a empresarios de Chicago y mientras saludaba a simpatizantes congregados fuera del hotel Sheraton, sede de la conferencia, George W. Bush recibió dos disparos en el pecho y, malherido, fue rápidamente trasladado a un hospital cercano. Horas después, personal médico de la institución dio al mundo la impactante noticia: el presidente de los Estados Unidos había muerto.
Al día siguiente de la muerte de Bush, las tropas norteamericanas se retiraron de Irak, dejando un gobierno autónomo de coalición Suní y Chiíta. Las compañías fabricantes de armas y las petroleras fueron sometidas a una exhaustiva investigación por tráfico de influencias y especulación. A los trabajadores indocumentados se les ofreció una amnistía y un programa de naturalización. Se renegoció el TLC, ofreciendo a México condiciones realmente equitativas, eliminando subsidios y barreras estadounidenses. Fueron exhibidas y retiradas las presiones políticas, y se permitió al pueblo de México decidir libremente sobre el destino de su industria petrolera. Los glaciares volvieron a formarse. El clima se estabilizó, salió el sol y un enorme arcoiris simbolizó la renovada alianza del hombre con el hombre.
El primer párrafo de este escrito describe la premisa de la cinta El Asesinato Del Presidente, un atentado ficticio contra Dubya narrado a manera de documental televisivo. El segundo párrafo es una tontería mía, que los muy serios realizadores ingleses jamás considerarían incluir en su cinta, pero que de alguna manera les hizo falta. Porque si algo preocupó al director Gabriel Range fue mantener la apariencia de objetividad frente a su personaje central, y conservar las circunstancias y consecuencias del asesinato en los terrenos de lo creíble.
Ambas metas fueron cumplidas cabalmente en la cinta, pero tuvieron un impacto negativo sobre el resultado final. La narración de los hechos, aunque técnicamente sorprendente por su realismo, no pasa de ser un árido y solemne recuento noticioso. Con supuesta imparcialidad (que no mantienen los noticieros ni allá ni aquí), ofrece testimonios de los involucrados que, con sus juicios contrapuestos sobre la personalidad y acciones de Bush, no dejan claro la posición editorial del director, pese a que en la fantasía decidió matar al personaje. Es más, las entrevistas a los colaboradores cercanos del Presidente me hicieron descubrir cualidades que no había visto en el tejano. En serio.
Y en cuanto a las consecuencias, Range limita su especulación a que, luego del asesinato, las libertades civiles sufren restricciones y se inician campañas contra países que no estuvieron involucrados. O sea, Range adivina lo que ya pasó, luego del 11 de septiembre de 2001. Habría sido más interesante que el asesinato de Bush, dirigido por Range, ocupara la primera media hora de la película, y enseguida directores invitados imaginaran posibles repercusiones. Y que llamaran a Oliver Stone y Michael Moore, por favor.
mrivera@solucionesenvideo.com