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Cinecrítica

Max Rivera 2

Pellízcame la vida

Calificación: 4 estrellas de 5

Aunque Arráncame La Vida, de Roberto Sneider es una película estupendamente realizada, no puede evitar sentir la misma inquietud que tuve al leer el libro de Ángeles Mastretta, pero agudizada por el forzoso adelgazamiento que sufre una historia al ser fielmente adaptada a la pantalla. Sin intención alguna de agregar misoginia a un país desbordante de esta despreciable actitud, que tan bellamente buscan combatir libro y película reseñada, confieso mi inquietud: me atraen más las historias de los hombres que la rodean, que la de Catalina, la heroína de la cinta.

Antes de que las amables e irritadas lectoras cambien la página permítanme explicarme. La lucha que libra Catalina, y con ella todas las mujeres, es por su independencia emocional (la económica no está a la vista todavía). La joven llega al matrimonio con el General Andrés Asencio, un militar astuto y sanguinario 20 años mayor, sin haber otorgado su consentimiento, con un mínimo cortejo y una luna de miel adelantada. Es quizá este brusco despertar sexual (que lejos de traumarla le provoca curiosidad), y su espíritu rebelde, lo que le permite enfrentar a su marido y mostrársele, primero en las noches en la recamara y después en todos lados y toda hora, como un adversario digno. Al General, hemos de reconocerle, esta actitud antes que irritarle, le divierte.

Los hijos llegan, propios y ajenos. Catalina, como la Nora de Ibsen, en una actitud aparentemente antinatural, se resiste al encierro en la cárcel de pañales y empieza a transformarse en un animal político.

Primero cumpliendo con sus impuestas obligaciones de primera dama caritativa, cuando el General llega a Gobernador de Puebla; y después con agenda propia, contraria a los intereses del General ahora Secretario de Estado, cuando se enamora y convive con músicos y líderes comunistas. Con lo que vuelvo a mi inquietud…

…sin restar importancia a la historia de emancipación femenina, representada aquí por una mujer de origen humilde que llegará a millonaria viuda alegre, hay detrás un lienzo descorazonador, donde los sueños de un país están siendo devorados por lobos y cachorros de la revolución.

Es la Ley de Herodes en el más alto nivel. Disfrazados con nombres ficticios vemos operar, con toda crudeza y vulgaridad, a Lázaro Cárdenas, a Manuel Ávila Camacho y su ambicioso hermano Maximino (el General de Catalina), y al Mister Amigo Miguel Alemán, además de sus incontables subalternos y achichincles.

En el telón de fondo están también las borracheras en Los Pinos que definen alianzas y políticas nacionales, el dedazo, la búsqueda de la complicidad de los medios electrónicos, el nacimiento del PRI, el asesinato de periodistas, huelguistas, opositores y campesinos que se niegan a ser despojados por la avaricia disfrazada de progreso.

Son tantos los hechos históricos que definieron al México de hoy y que cruzan brevemente por la pantalla, que dan ganas de hacer delicadamente a un lado a la heroína y seguir a los antihéroes, los padrastros abusivos de la patria. Pero en fin, no acuso de superficial a nadie.

Esta es la historia de Catalina, muy bien contada y lujosamente producida. Que logra arrancar las ataduras de la vida sentimental de un personaje, mientras da un pellizco bien colocado en la maltratada piel de una nación. Emotivo relato de un pequeño paso para una mujer, y un horrible tropezón para un país.

mrivera@solucionesenvideo.com

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