Espectáculos Miss Universo Christian Nodal Julión Álvarez

Cinecrítica

Calificación: 2 1/2 estrellas de 5

EL DÍA QUE LA TIERRA SIGUIÓ DE LARGO

Sin ánimo de hacer símiles desproporcionados, busquemos comparar los alienígenas de 2001: Odisea del Espacio, Contacto y El Día Que La Tierra e Detuvo.

Recurro a la muy sobada distinción entre el Dios del Nuevo Testamento y el Dios de Nuevo: mientras que las súper avanzadas civilizaciones de las dos primeras cintas buscan estimular y guiar el desarrollo de las virtudes y la inteligencia humana, la tercera aparece con una agenda punitiva por habernos desviado de principios casi inalcanzables para la naturaleza de nuestra especie.

Los extraterrestres de El Día Que La Tierra Se Detuvo nos visitan por tercera ocasión. La primera fue en un cuento clásico del escritor Harry Bates (autor menor, pero editor importante para el género). La segunda, en la celebrada cinta que lleva el mismo nombre del refrito actual. La película original de 1951 se distinguió, más que por su ciencia ficción simplona, por su atinado comentario político antiguerra.

En un tiempo en que las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética amenazaban con desatar una conflagración mundial de consecuencias incalculables, la visita amenazantemente conciliatoria de una raza superior, forzaba a los oponentes al apaciguamiento y una obligada humildad. La visión inspirada del director Robert Wise logró que la cinta trascendiera sus modestos orígenes de revista pulp, y le valió un lugar entre las clásicas del género.

Ahora la nueva versión ha buscado actualizar la amenaza y escoge, por fuerza, al calentamiento global como el peligro en turno. Pero lo hace sin el suficiente énfasis, sin mostrar sus consecuencias como pretexto. Y es su falta de convicción por lo que sufre en la comparación, y la crítica norteamericana la ha atacado -con justicia- por blandengue e intrascendente.

Pero si lo vemos bien, no es enteramente falla de la película. Ominoso como es, el cambio climático es gradual, de un dramatismo difícil de percibir. En cambio, los efectos de una guerra nuclear serían espectaculares e instantáneos. No es exagerado decir que el invierno nuclear y la radiación, como escenarios apocalípticos, son mucho peores que las inundaciones, las sequías y las guerras por el agua.

Repito, sin ánimo de minimizar la amenaza actual, pero la anterior era más gacha.

Entonces, alegorías políticas de lado, vale la pena ver El Día Que La Tierra Se Detuvo, como un espectáculo decente, que mitigará su antojo de superproducciones. Y quizá sirva para introducir a los niños al problema del calentamiento global, para luego acercarlos a materiales mas serios, que les conviertan en los ciudadanos globales conscientes, limpios y responsables que las civilizaciones extraterrestres súper inteligentes quieren ver.

mrivera@solucionesenvideo.com

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