Calificación: 3 estrellas de 5
SULTANES DEL SUR,
IMITADORES DEL NORTE
La subjetividad es el material con que se da forma a la crítica, y en esta artesanía el barro nacional lleva la ventaja emocional de la cercanía. De la misma manera que los árbitros de futbol no pueden evitar ser parciales al equipo de casa, no me es posible ser del todo objetivo con las cintas nacionales. Prefiero ser pasalón, y colaborar de manera insignificante con la industria cinematográfica del país, a pecar de malinche y ser innecesariamente duro con un producto nacional. Aún cuando el producto parezca renegar de su origen.
Los hermanos Rovzar, jóvenes defeños de nacimiento y educados en Estados Unidos, parecen haberle tomado la medida al público mexicano y logran su tercer éxito de taquilla al hilo con Sultanes del Sur. La fórmula parece sencilla, como lo parecen todas las fórmulas luego de ser descubiertas: se trata de realizar películas de género con ambientación nacional, pero con temas desodorizados y homogeneizados para que parezcan extranjeras. Si lo hago sonar deshonesto o traidor, permítame aclararle que no lo creo así. Ni los Rovzar, ni sus directores y guionistas deben ser juzgados como artistas, sino como comerciantes y sus realizaciones han sido hasta hoy productos más que decentes, y sobretodo, inteligentes riesgos comerciales.
En un acto que casi se antoja de piratería caribeña o “chicanería chicana”, Los Rovzar le han robado lana a las distribuidoras gringas (menos a Warner, con quién trabajan). Repatrían boletos de consumidores mexicanos de cine comercial hollywoodense, imitando las movidas y los tics del cine norteamericano. Es justicia poética, sin poesía.
¿Y que tal está la cinta? Bien hecha. Es un thriller con todas las influencias que un estudiante de primer semestre de comunicación puede identificar, desde Tarantino hasta Guy Ritchie y Bryan Singer, con especial deuda a sus Sospechosos Comunes. Disfraza bien su trama débil y nula investigación de la mafia argentina con ruido y persecuciones. Tiene agujeros y cabos sueltos que matarían a cualquier cinta clase B de Hollywood, pero que por la presencia de Silverio Palacios y Jordi Mollá se disculpan.
A Sultanes del Sur hay que agradecerle el esfuerzo por contar, incluso, con una simpática vuelta de tuerca final, que aunque tramposilla, porque se basa en pistas que no se presentaron a cuadro, le da un sabor más agradable a la cinta. Sultanes del Sur está lejos de ser una obra maestra, u original siquiera, pero es tan buena manera de gastar su dinero, duramente ganado, como La Leyenda del Tesoro Perdido o Alien Contra Depredador 2. Hermanos Rovzar: cuenten conmigo para promover su changarro, pero me quedan a deber algo para el futuro, para el día en que tengan tanta lana que no les importe arriesgar una parte. Ya saben qué es lo que espero: una buena película que no se parezca en nada a lo que han hecho hasta ahora.
mrivera@solucionesenvideo.com