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¿Cinismo o desconexión?

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

Como no podía ser de otra manera, la comidilla política de la semana ha sido la generosa dádiva, por parte de Elba Esther Gordillo, de 59 camionetas Hummer a cada uno de los jefes seccionales del SNTE. Claro que, en vista del escándalo que se armó, después resultó que los vehículos no eran para el uso los testaferros de la zarina sindical; sino para ser rifados en beneficio de las escuelas más fregadonas alrededor del país. Si es que los líderes sindicales saben en dónde quedan.

Sobre el asunto ya ha corrido un océano de tinta. En plena crisis, cuando todo el mundo (y aquí hablo, en realidad, de todo el planeta) está espantado por los tiempos que se vienen, esta señora se pone a regalar camionetas como si fueran campechanas. Que luego salieran con que eran para rifas benéficas no elimina el elemento más preocupante de todo el asunto: los líderes sindicales mexicanos, como Napito y Elbita y Romerito Deschamps, ¿se saben tan impunes que no tienen el menor recato? ¿O su posición los ha despegado tanto de la realidad que sencillamente no se dan cuenta de que sus actitudes son una bofetada al rostro de la nación?

Si hacen gala de cinismo, o sencillamente no entienden la realidad en que se encuentran no es, como pareciera, un asunto meramente académico. Sencillamente hay que saber cómo está la pichada entre ellos para poder defendernos mejor de esos parásitos y sus tropelías.

Por supuesto, el cinismo ha sido desde hace tiempo la marca de clase del sindicalismo gangsteril mexicano. Ahí tienen a Napito saboteando la industria minera como forma de chantaje y extorsión. Ahí tienen a Romero Deschamps presumiendo sus relojes (más caros que las Hummer, por cierto). Ahí tienen cientos de ejemplos de ostentación y riqueza sencillamente inexplicables por parte de líderes que jamás han trabajado en algo honrado, y amasan fortunas demenciales… sin esconderse ni mucho menos. Quizá consideran que, como nadie los va a llamar a cuentas gracias a esa farsa que se llama “autonomía sindical”, pueden mostrar sus desvergüenzas sin ningún empacho.

Pero por otro lado, si su posición histórica los ha separado tanto de la realidad nacional, y ni saben lo que hacen ni las reacciones que van a provocar, entonces sí que la cosa está fea. Evidentemente las críticas por el escándalo Hummer tomaron por sorpresa al liderazgo sindical. Digo, cualquiera con un dedo de frente habría disfrazado mejor la cosa. Pero al parecer esta gente vive en otro mundo, diferente al nuestro. Su percepción de la realidad es muy distinta de la mía o la suya, amigo lector. Y no es sólo por la riqueza mal habida de que disfrutan. No, es algo más: es la soberbia de la impunidad, de estar por encima de la Ley, de saberse parte de una élite que ha ordeñado a patadas este país desde el final de la mentada Revolución. Y como no hay quien los meta en cintura… ya perdieron el piso. ¿O usted qué opina?

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