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Clubes para mujeres, espacio de moda entre mexicanas

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El universal

A los hombres se les impide el paso. Se les ignora. Este es un espacio exclusivo para mujeres. Hay música, baile y un espectáculo de strippers ejecutado por otras mujeres que rompen con la regla de la mayor parte de los clubes diseñados para hombres.

Los clubes de “mujeres para mujeres” en donde bailarinas a go-go bailan semidesnudas para otras mujeres, comienzan a tomar fuerza en la Ciudad de México. Se trata de una opción de moda entre las jóvenes heterosexuales que decidieron dejar atrás sus inhibiciones para acceder a un mundo que hasta hace unos años era exclusivo de la comunidad homosexual.

Para los expertos, los espectáculos diseñados ‘de mujeres para mujeres’ evidencian un comportamiento social del Siglo 21 en el que las féminas comienzan a conocer etapas de la vida que la historia les había negado.

“Si a la mujer se le permite trabajar, salir de su casa a ganar dinero y no ser sólo ama de casa a cargo de los hijos, entonces también se le estará permitiendo actuar en roles que anteriormente sólo pertenecían al ámbito masculino”, asegura Juan Luis Álvarez-Gayou, doctor en psiquiatra y director del Instituto Mexicano de Sexología.

Estos clubes evidencian que las mexicanas de ahora buscan roles sociales que se diferencian en mucho al que desempeñaron las abuelas, comenta la doctora Patricia Ponce, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social y doctora en Ciencias Sociales con especialidad en relaciones de género:

“Estos ámbitos dominados por mujeres se convierten en espacios que permiten generar las herramientas de control y dominación que trastocan el orden al que fueron sometidas. Ahí las mujeres se reúnen para transmitirse los saberes femeninos y no dudan en ponerlos en práctica para someter al hombre a su voluntad”, explica Ponce.

Power girls uno

Son las 11.30 de una noche de viernes. En un espacio de 90 metros cuadrados, un centenar de mujeres se reúne en torno al escenario de un bar que anuncia un espectáculo fuera de lo común. Desde una bocina, una voz de mezzosoprano avisa que en cinco minutos arribará Aletsa y Karina.

Como abejas a la miel, un grupo de jóvenes adolescentes son atraídos hacia ese salón donde emerge a todo volumen la música tecno que hace vibrar las bocinas del antro. El local localizado en el barrio de la zona rosa en la Ciudad de México, está que arde.

Tan pronto se acercan a la puerta, una pareja de mujeres impide el paso de los adolescentes en busca de diversión. “Lo sentimos mucho, pero esta noche es para las chicas. No hay entrada para ustedes”, les explica Sandra, una de las edecanes que cuida la entrada.

Al interior del antro, un olor dulzón inunda el escenario y una cascada de risas nerviosas se escucha cuando aparece Aletsa, una stripper que porta un traje de látex negro y comienza a bailar frente a un grupo de amigas que no saben dónde colocar la mirada.

Cuando las féminas heterosexuales observan venir el cuerpo esbelto de la stripper el nerviosismo aumenta, pero Aletsa, una venezolana que desde hace 8 años vive en México no duda en acercarse al grupo para invitarlas a pasar al escenario. Las mujeres al principio se cohíben, pero al final, se rinden ante la venezolana de 32 años que al ritmo del reggaeton enfila las caderas hacia las chicas.

Espacios de moda

Martha Cuevas, encargada de Relaciones Públicas de VIP, discoteca del grupo Cabare-tito regido por Tito Vasconcelos, explica que la popularidad de los bares gays entre las mujeres heterosexuales ha crecido en los últimos 3 años.

“Hay mujeres que después de visitarnos por primera vez regresan con otras amigas o nos piden reservar una noche especial para celebrar su cumpleaños en compañía de sus amigos.

“Incluso, hubo una niña que nos pidió el espacio para casarse e invitar a toda su familia”, asegura.

Editora de Homópolis, una guía de cursos y talleres para la comunidad gay en México,

Cuevas fue la creadora del concepto Cabare-tito mujeres tras darse cuenta que hacían falta espacios donde la comunidad lésbica pudiera encontrarse: “Antes todo se hacía en la clandestinidad, en cafeterías o casas particulares, pero ahora la comunidad lésbica ha salido a tomar estos lugares”.

En el pasado estos clubes eran visitados exclusivamente por chicas lesbianas, pero para sorpresa de los gerentes que administran estos espacios, cada vez son más visitados por la comunidad heterosexual de mujeres.

“A los heterosexuales les fascina este tipo de lugares porque tenemos la mejor música, el mejor diseño de luz y porque el ambiente gay es el más divertido de la escena nocturna”, explica el manager de Lipstick, un club localizado sobre avenida Reforma y que tiene su “noche de comadres”.

Mujeres de hoy, totalmente liberadas

Para el doctor en psiquiatría Álvarez-Gayou, las mujeres heterosexuales han llegado a los antros gay para explorar su sexualidad y evidenciar su emancipación social.

“Las mujeres asisten a espectáculos strippers no tanto por reconocer en la otra su propio cuerpo sino en un reconocimiento de la emancipación sexual de la mujer. Con esto evidencian que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre para todo”, explica el autor del libro Sexoterapia integral.

Por su parte, la doctora antropóloga Patricia Ponce, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social y doctora en Ciencias Sociales con especialidad en relaciones de género, asegura que la sexualidad no es un conjunto de estímulos biológicos, ni una condición natural preestablecida sino un fenómeno social que opera dentro de los marcos del poder.

En este sentido, la represión sexual de las mujeres del pasado operaba como una especie de secuestro social y la llegada de mujeres heterosexuales a clubes de esta naturaleza es una forma de democratizar la vida social del género.

“Un ejemplo de emancipación es el hecho de que mujeres heterosexuales se vuelvan espectadoras del baile de otras mujeres. Las diversas manifestaciones del sexo no son buenas ni malas, sino simplemente un espacio de posibilidades que deben ser analizadas descartando moralidades absolutas y reconociendo que la diversidad es la norma de nuestra cultura”, asegura Ponce.

Además de los clubes que se ubican en la Ciudad de México los clubes de “mujeres para mujeres”, comienzan a proliferar en ciudades de provincia como Cuernavaca o Acapulco y San Luis Potosí.

“Es algo que va a ir creciendo más y más porque las chavas se merecen toda la infraestructura de seguridad que tienen estos espacios. Hemos salido de la clandestinidad para establecernos al cien por ciento en estos espacios”, comenta Martha Cuevas.

En palabras de Álvarez-Gayou, darle una connotación moralista al asunto sería un error pues tanto las mujeres heterosexuales como homosexuales tienen el derecho de asistir a cualquier espectáculo al que deseen.

Power girls tres

Ya en el camerino y después de haberse quedado en top less frente a otras mujeres, Aletsa y Karina comienzan a desmaquillarse para emprender el camino a casa. Mientras se desprende de sus zapatos de plataforma y se deshace de sus medias de red, cuentan que hacer un baile stripper para mujer no es lo mismo que hacerlo para los hombres.

“Los hombres son menos gentiles. Más básicos y luego, luego se te avientan encima sin que esté permitido. A las chicas se les permite tocar y no lo hacen, salvo excepciones. Son más tranquilas y respetuosas”, comenta Karina.

Además de sus coreografías que ensaya una y otra vez frente el espejo de su casa, Aletsa echa mano de su vestimenta para llevar a cabo su trabajo. Como si se tratara de un ritual en pro del empoderamiento de lo femenino, la bailarina ha elegido para bailar cinco trajes con los que dice sentirse una power girl. Los domingos utiliza el de piloto, los jueves el de oficial de la AFI y cuando anda de humor suele vestir el traje amarillo que portó el personaje que protagoniza Uma Thurman en la saga de Bill Kill 2. La misma vestimenta que viste una mujer en búsqueda de venganza, es la que atrae a las niñas que buscan sacudirse años de represión: “Atrás quedaron los tiempos en que Sarita García y Marga López eran apreciadas por otras féminas en sus papeles de eternas víctimas. Lo de hoy es seguir a ‘la novia’ despechada de Kill Bill” dice Karla, una chica heterosexual que dice buscar en los antros gay otra forma de diversión.

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