Colosos de la pantalla
El tamaño no importa, a menos que el tópico se refiera a los monstruos monumentales que desfilan por los senderos cinematográficos. La pesadilla kafkiana de cristalizar los miedos y engendrar criaturas extrañas y repugnantes alcanza niveles descomunales con gorilas (King Kong o Joe), animales prehistóricos (desde El Mundo Perdido de 1925 hasta Jurassic Park de 1993) arácnidos (Tarántula de 1955 o El Escorpión Negro de 1957) o insectos (la mantis asesina de El Monstruo Alado de 1957). Algunos de estos personajes exhibieron inteligencia y sensibilidades humanas que pusieron en duda su categoría monstruosa. Ahora la cinta Monstruo (Cloverfield) se suma a la galería cinematográfica de criaturas colosales que ocupan la pantalla grande.
KING KONG
La Octava Maravilla del Mundo cumplió 74 años en el cine. Tres películas han contado la desventura del gorila gigante que se enamoró de una rubia, ecos de la tragedia de La bella y la bestia. La primera versión, de 1933, concebida por Willis O’Brien, deslumbró con los efectos visuales logrados a partir de la técnica stop motion, de fotografiar cuadro por cuadro figuras a escala que en pantalla alcanzaron impactos descomunales: un primate gigante encaramado en el Empire State, entonces el edificio más alto de Nueva York. Con el Rey de los Monos, se consolidó un nuevo apartado en el género fantástico: el de los megamonstruos que arrasaron ciudades y taquillas.
GODZILLA
Willis O’Brien, creador de King Kong, trabajaba en el proyecto de enfrentar a su criatura a un rival similar a Frankestein pero de tamaño descomunal. La cinta jamás llegó a filmarse pero una compañía japonesa retomó la idea y de ahí nació King Kong vs. Godzilla (1962) de Ishiro Honda. Desde su arribo al cine, Godzilla se convirtió en una referencia obligada del cine fantástico nipón. El dinosaurio mutante, producto de radiaciones nucleares, era una suerte de antihéroe que salvaba a Japón y al mundo del ataque de otros megapeligros que sirvieron de pauta para decenas de producciones.
MOTHRA
A veces aliado, otras, enemigo de Godzilla. La polilla gigante aparecía con distintos aspectos correspondientes a las diferentes etapas en la metamorfosis de una oruga a mariposa. Apareció por primera vez en la novela “Las hadas luminosas y Mothra” (1961) de Takehiko Fukunaga como guardián de una civilización de humanoides denominada Cosmos que vivía en la Tierra. Mothra mantiene contacto telepático con dos hadas que le llaman cuando un peligro amenaza el planeta. En 1961 debutó en pantalla con Monthra de Ishiro Honda. Su tamaño en pantalla ha variado de 64 hasta 180 metros de acuerdo a su estructura como larva o mariposa. Como armas posee un veneno que despide en forma de polvo y descargas de rayos de sus antenas.
GHIDORAH, EL DRAGÓN DE TRES CABEZAS
Llamado también Ghidrah, El rey del terror o Monstruo Zero. Llegó a la Tierra en el interior de un meteoro proveniente de Marte y su tendencia es la destrucción del entorno. En pantalla, su tamaño varía de entre 49 y 140 metros de altura. Se le vió por vez primera en 1964 en Ghidrah, el Monstruo de Tres Cabezas y para vencerlo, sus principales enemigos: Godzilla, Mothra y Rodan, formaron una alianza. Ha aparecido en al menos 11 películas, la más reciente, en el 2004, Godzilla: la Batalla Final.
MONSTRUO (Cloverfield)
¿Cómo es la criatura que devasta la isla de Manhattan y decapita a la Estatua de la Libertad? Es el secreto mejor guardado de la película con la que debuta Matt Reeves, director de la serie televisiva Felicity. Con un estilo que fusiona El Proyecto de la Bruja de Blair y Godzilla, Monstruo narra la agonía de un grupo de jóvenes por escapar de un ente de origen desconocido que azota la ciudad de Nueva York. Los sucesos son captados por una cámara de video que grababa la fiesta juvenil de Rob (Michael Stahl-David) hasta el momento en que inician los inesperados ataques de la criatura. Un tratamiento novedoso en el capítulo reservado a los grandes monstruos, sobre todo porque, tanto en pantalla, como en el guión, la criatura de Cloverfield no alcanza jerarquía protagónica; es más bien el caos, el terror y el instinto de supervivencia del grupo de jóvenes el epicentro argumental.
