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Comadronas: contra mortalidad materna

La idea de las capacitaciones, además de instruir a las parteras en principios de ginecología y obstetricia,
es acercarse a ellas en un intento de convencerlas de llevar a las mujeres embarazadas a control prenatal
por parte de médicos calificados en centros de salud. (AP)

La idea de las capacitaciones, además de instruir a las parteras en principios de ginecología y obstetricia, es acercarse a ellas en un intento de convencerlas de llevar a las mujeres embarazadas a control prenatal por parte de médicos calificados en centros de salud. (AP)

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Cada año nacen unos 400 mil bebés en Guatemala y mueren más mujeres por problemas de parto que por hechos de violencia.

En medio de precarias condiciones de trabajo y casi siempre armadas con conocimientos exclusivamente empíricos, que a veces no les permiten detectar complicaciones a tiempo, las comadronas rurales atienden seis de cada diez alumbramientos en el país.

Son una realidad de la vida diaria y así lo está reconociendo el Gobierno, que organizó un programa de capacitación en el que participarán 15 mil comadronas, cuyo objetivo es reducir los índices de mortalidad materna.

“A pesar de que científicamente sabemos que lo ideal sería que todos los partos ocurrieran en hospitales o instituciones, no podemos abstraernos de la realidad económica y cultural del país”, dijo la directora del programa nacional de Salud Reproductiva, Jackeline Lavidali.

El presidente Álvaro Colom anunció que su Gobierno buscará reducir de 153 a 140 la tasa de mortalidad de mujeres por cada 100 mil niños nacidos vivos.

Cada año nacen unos 400 mil bebés en Guatemala y mueren más mujeres por problemas de parto que por hechos de violencia.

“Entre los grandes desafíos que significa resolver el problema se encuentra el acceso limitado a los servicios de salud y la escasez de comadronas calificadas, especialmente en zonas rurales”, dijo Colom.

Lavidali explicó que esperan capacitar durante unos cinco meses a 15 mil de las cerca de 22 mil comadronas que trabajan en Guatemala.

Entre ésas está Francisca Raqueq, una comadrona de 65 años que comenzó a trabajar de partera durante los años más sangrientos de la guerra civil en Guatemala, cuando los enfrentamientos entre el Ejército y la guerrilla marxista hacían muy complicado salir de la aldea para buscar atención hospitalaria.

CONTROL PRENATAL

La idea de las capacitaciones, además de instruir a las parteras en principios de ginecología y obstetricia, es acercarse a ellas en un intento de convencerlas de llevar a las mujeres embarazas a control prenatal por parte de médicos calificados en centros de salud.

Así se reduciría la cantidad de complicaciones durante el parto en lugares apartados.

“Se les pagará unos 150 quetzales (20 dólares) por cada embarazo de riesgo que refieran”, dijo la directora del programa de Salud Reproductiva.

Su liderazgo, sumado al incentivo económico, podrían ayudar a superar uno de los principales obstáculos para prevenir las emergencias mortales al momento del parto.

“Si se logra que vayan a consulta, se podrían detectar casos de riesgo y tomar medidas para prevenirlo”, añadió Lavidali.

Si aún cuando hay hemorragias severas durante el parto, hay esposos, suegras e incluso comadronas que prohíben a la parturienta salir de su comunidad, autorizar que viaje a un centro de salud para una revisión de rutina es más complicado todavía.

“Siete de cada 10 mujeres piden permiso a la pareja para asuntos relacionados con su sexualidad y su reproducción”, explicó la directora de la asociación de mujeres Tierra Viva, Evelyn Morales.

COMPLICACIONES

El epidemiólogo del programa de Salud Reproductiva Julio Colindres aseguró que “mientras más mujeres tengan sus partos en casa, más probabilidad tenemos de que se nos mueran. La principal causa son las hemorragias”, que ni una partera experimentada puede detener ya que para ello son necesarios medicamentos y conocimientos que ellas no tienen.

Y aún cuando se logra que se le permita a la mujer ir a un centro de atención médica, la falta de caminos o medios de transporte producen demoras que pueden resultar fatales.

“No podría decir que es una relación directa entre la atención de comadronas y los elevados índices de mortalidad. Quizá es que las comadronas están donde hay más pobreza, menos acceso a los centros de salud y caminos aptos”, dijo el médico epidemiólogo Juan Carlos Moir, del área de salud de Quetzaltenango, una zona rural en el Noroeste de Guatemala.

En Aldea El Llano, por ejemplo, Raqueq atiende a unas 50 familias y cuando hay que llevar una mujer a un centro de salud es preciso contratar un camión que recorra los enlodados caminos hasta la localidad.

Conseguir un transporte, además, puede costar unos 70 dólares, toda una fortuna para estas familias de agricultores.

“En Europa se decidieron a que los partos fueran en hospitales en el siglo XVIII y en El Salvador y Honduras han mejorado sus indicadores dando más acceso a los partos institucionales”, dijo Colindres.

Es cierto que “lo ideal sería más partos institucionales”, señaló Lavidali. “Pero en nuestra realidad, “son las comadronas quienes hacen el trabajo”.

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