Justo el día en que se cumplió el plazo para que usted señor presidente, diera cuenta a la sociedad de los avances que se han logrado en materia de seguridad, me arrebataron a un queridísimo miembro de mi familia, que fue muerto a manos del hampa.
Lo que he vivido en esos días, lo han vivido muchas personas y familias más que han pasado por procesos semejantes y todos ellos, señor presidente, sólo entienden una cosa: que la inseguridad continúa y que no hay garantías para nadie.
Sin embargo, tenemos que admitir que el problema es de todos y que todos tenemos que contribuir a su solución.
Los padres de familia, poniendo más atención a la educación de sus hijos, los maestros reforzando los valores fundamentales que deben quedar grabados en los corazones de sus alumnos como si fuera en piedra y las autoridades haciendo bien, muy bien, la parte que nos toca, lo mismo en el ámbito administrativo que en el de la impartición de justicia.
Tenemos que aceptar, que el combate a la pobreza no es sólo responsabilidad del Gobierno. Que uno no tiene derecho a lo superfluo, mientras alguien carezca de lo estricto. Que el empresario tiene que admitir que debe repartir sus ganancias justamente entre sus trabajadores que son los que lo hacen rico.
Que si ellos están felices y tranquilos, producirán más y él ganará más.
Pero sabe, señor presidente, debemos encontrar la forma de explicarle esto a la gente que sufre por la violencia.
Porque, ¿cómo le explicamos a una madre que ha perdido a un hijo, que es posible que nunca encontremos a sus asesinos?
¿Cómo le explicamos a un padre, como le dije, que el asesino de su hijo anda suelto, por tecnicismos jurídicos?
¿Cómo hacerlo igualmente, cuando se entera que el responsable de ese homicidio quedó libre por corrupción de un juez?
¿Cómo decirle a unos hijos pequeños, que su padre no estará más con ellos, porque unos delincuentes lo privaron de la vida y ni siquiera se sabe quiénes fueron?
Sabe una cosa, señor presidente, cuando está uno en esos momentos tristes, velando a un ser querido y se hace un silencio entre todos los familiares y cada cual piensa en lo que ha perdido, el silencio duele y duele mucho y además no hay palabras para describir ese dolor.
Cuando se vive un proceso de esta naturaleza, tiene uno que continuar su camino con miedo y angustia, porque sabe que el Gobierno está siendo impotente para combatir a los secuestradores y asesinos y brindarle tranquilidad a la sociedad.
Yo sé que usted sabe todo esto, señor presidente, pero el punto está en cómo se lo explicamos a la gente. Por eso la pena de muerte vuelve a tener aceptación popular, porque el pueblo quiere que esta etapa de incertidumbre se acabe a cualquier costo, aunque sea mediante la venganza institucionalizada.
ADDENDA II
Este fin de semana se inició la captación de fondos para la construcción de un nuevo CRIT (Centro de Rehabilitación Integral) y esta vez puede ser construido dicho centro en la ciudad de Gómez Palacio, lo cual beneficiaría a toda la Región Lagunera.
Esta tarea está siendo encabezada por el gobernador de Durango, Ismael Hernández Deras y el alcalde Ricardo Rebollo.
Mucha es la gente que espera la construcción de este centro como una esperanza de vida mejor para sus niños con discapacidad y de ahí la importancia de la tarea que se han echado a cuestas las mencionadas autoridades.
Sin embargo, para que ello se convierta en realidad, resulta determinante que todos nosotros apoyemos esa iniciativa aportando nuestro donativo al Teletón.
Si algo caracteriza a los laguneros es su espíritu generoso a favor de las mejores causas y ésta es una de ellas.
Pero además, para que se advierta fehacientemente que las aportaciones provienen de esta región y demostrar así nuestro interés por contar con ese centro, debemos hacer esas aportaciones a la cuenta: Fundación Teletón México, banco Banamex, número de cuenta 59 17 786, sucursal 384, referencia “Durango 96”.
Si en otros momentos nuestra aportación ha sido de X, que en esta ocasión sea de XX, para alcanzar más pronto la meta pretendida. Seamos generosos, que se nos devolverá con creces.
Por lo demás y ahora doblemente: “Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano”.