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Comparaciones odiosas

Genaro Lozano

Bajo el escenario de confrontación política que existe actualmente en México y de cara al año electoral que se avecina, ¿te imaginas a la perredista Ruth Zavaleta, presidenta de la Cámara de Diputados, y al panista Héctor Larios, coordinador de la bancada de su partido en San Lázaro, sentados lado a lado en un sofá, en actitud francamente amigable, mirándose a los ojos, prometiéndole a la gente trabajar juntos para aprobar una verdadera reforma energética para México?

NUEVA YORK.- Compararnos con alguien más siempre es una tarea frustrante, a veces morbosa y en ocasiones odiosa. ¿Cuántos libros ha leído él que yo no conozca?, ¿quién se sacó la mejor calificación en el curso?, ¿quién tiene mejor cuerpo?, ¿quién escribe mejor? ¿quién tiene más amigos en Facebook? Sin embargo, las comparaciones sirven para dar claridad a cuáles son nuestros problemas y nos brindan ejemplos para resolverlos.

Bajo el escenario de confrontación política que existe actualmente en México y de cara al año electoral que se avecina, ¿te imaginas a la perredista Ruth Zavaleta, presidenta de la Cámara de Diputados, y al panista Héctor Larios, coordinador de la bancada de su partido en San Lázaro, sentados lado a lado en un sofá, en actitud francamente amigable, mirándose a los ojos, prometiéndole a la gente trabajar juntos para aprobar una verdadera reforma energética para México? Pese al encrispado ambiente electoral que se vive en EU por la elección presidencial hay un spot que se repite cada hora en la televisión estadounidense. En él, mirando directamente a la cámara, la demócrata Nancy Pelosi, la poderosa Speaker o presidenta de la Cámara de Representantes, sentada a lado del republicano Newt Gingrich, quien fuera el rostro de la Oposición republicana durante la Presidencia de Bill Clinton, prometen esfuerzos conjuntos para combatir el cambio climático e invitan al auditorio a visitar el sitio www.wecansolveit. org para saber más sobre esta iniciativa.

Fundada a principios de 2007, la Alianza para la Protección del Medio Ambiente tiene como objetivo principal el “convencer a la gente de la importancia, urgencia y posibilidad de instrumentar soluciones efectivas contra la crisis climática global”. Con un presupuesto de 300 millones de dólares para los próximos tres años, la fundación, dirigida, por supuesto, por el Premio Nobel y ex vicepresidente Al Gore está uniendo a políticos tan desiguales como Pelosi y Gingrich o a líderes religiosos con visiones opuestas como Al Sharpton, ministro bautista y defensor de los derechos civiles de las minorías, y el conservador pastor evangélico Pat Robertson por la misma causa.

Sentar a personas así a hablar sobre el mismo asunto no es una tarea menor. Mucho menos lo es en torno al tema del calentamiento global. Después de todo entre un sector importante del Partido Republicano, al que pertenece el mismo Gingrich, prevalece la idea de que el calentamiento global no es más que un invento de la izquierda liberal estadounidense, que no hay razones científicas para probar que un desastre natural, como el que enfrenta Myanmar en estos momentos, es causado por la acción directa del ser humano. Y qué decir de aquellos líderes evangélicos que aún no se han convertido en neodefensores del medio ambiente, como Robertson, y que pregonan que “Dios no podría jamás terminar con el equilibrio que creó en la Tierra” y que el calentamiento global no es más que un ciclo normal del Planeta.

Desafortunadamente en México no tenemos a un Al Gore con el liderazgo moral y político para unir al país en torno a una causa en común. No lo tiene Felipe Calderón ni mucho menos Andrés Manuel López Obrador. Nuestra triste clase política no ha producido un solo personaje contemporáneo que tenga la capacidad de unir al país entero. Presidente tras presidente, senador tras senador, líder sindical tras líder sindical, partido político tras partido político no han hecho más que polarizar al país. Quienes han estado cerca de estar en ese pedestal, como Ernesto Zedillo o Vicente Fox, son bajados abruptamente, irónicamente, por personajes sin liderazgo moral alguno, léase Carlos Salinas, o por la ambición de sus familiares, léase Marta Sahagún, o por los errores propios.

Qué falta le hace a México tener hoy a alguien del que todos nos sintamos orgullosos, alguien cuya posición de poder político y social sea tal que al levantar la voz cuando ve a los líderes sindicales gastarse miles de pesos en relojes y bolsas de diseñador éstos no tengan otra más que renunciar a sus cargos en lugar de chantajear a sus acusadores. Las comparaciones, como reza el cliché, son odiosas, pero más odioso es ver a un país enamorado del autosabotaje, condenado a no producir líderes, sino enemigos.

Politólogo e Internacionalista

Comentarios: genarolozano@ gmail.com

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