El problema es que la gente gaste más de lo que tiene y entonces su solución a la tristeza se vuelve contraproducente.
El hecho de que la gente compre cuando se siente triste es un proceso común.
Si este día no ha sido el mejor de tu vida y parece haber estado diseñado para atraer malentendidos y presión, o simplemente, tu ánimo está derrumbado, es muy probable que para sentirte mejor decidas hacer una visita al más próximo centro comercial.
Hay quienes alivian la depresión adquiriendo cosas. Es lo mismo que sucede con la gente que come para sentirse mejor, es una forma de llenar un vacío emocional.
Es como darse un premio. Muchas veces amanecemos ‘apachurradas’ y comprar una prenda nos hace sentir bien, bonitas, es un gratificante general.
Suele ser un proceso un tanto egoísta, pero, por otra parte, darse un gusto de vez en cuanto eleva el autoestima y eso es importante.
De acuerdo con las posibilidades económicas, hay quien hace esto regularmente y le sirve de terapia, pues alivia su malestar temporalmente; pero también hay quien cae en el exceso y se vuelve comprador compulsivo.
El problema es que la gente gaste más de lo que tiene y entonces su solución a la tristeza se vuelve contraproducente. Si compras un vestido ya no te sentirás tan bien si era caro y te endeudas
Mientras se haga con moderación y las consecuencias sean positivas, es benéfico comprar para levantar el ánimo.
Y también el gastar dinero
Estar triste no sólo hace que la gente compre cosas, sino que gaste. A ciertas personas, el intercambio monetario les permite sentirse mucho mejor y valorarse por sus posesiones.
Un estudio realizado por las universidades estadounidenses de Harvard, Carnegie Mellon, Stanford y Pittsburgh, constató que ésto es una realidad.
Dicho fenómeno es ya conocido por sicólogos, publicistas y compradores, y un estudio evidenció que se basa en un impulso inconsciente.
Los científicos expusieron a 3 voluntarios a ver videos con contenidos emocionales tristes y neutrales.
Un grupo observó un video sobre una muerte mientras que otro grupo vio uno sobre el Gran Arrecife de Coral. Luego, a ambos grupos los invitaron a salir de compras con el objeto de adquirir una botella de agua.
El resultado fue que las personas que vieron el video triste pagaron casi cuatro veces más por una botella de agua que el grupo que vio el video emocionalmente neutral.
Este fenómeno ocurre sin que uno se dé cuenta. Esto es realmente diferente de la idea de ‘terapia de compras’, que es cuando la gente se siente deprimida y sale a comprar para animarse. En este caso, las personas no se dan cuenta de lo que está sucediendo
Los investigadores concluyeron que la tristeza puede desatar una serie de reacciones en cadena. Entre ellas, por ejemplo, permite que las personas se centren más en sí mismas, haciendo que sientan que ellas y sus posesiones valen muy poco. Ese sentimiento incrementa la disposición a gastar más para sentirse mejor.